Genio y figura/Francisco Buenrostro
Los dos partidos más importantes en la oposición, el PAN y el PRD, inician un largo y complejo camino hacia la recuperación el primero, y hacia la sobrevivencia el segundo. Y ninguno de los dos parece tener en la mano las soluciones para sus respectivas crisis.
El PAN, vencido en las urnas de manera no sólo contundente, sino ofensiva por la forma en que la ciudadanía lo expulsó del poder, se encamina hacia un proceso interno de alto desgaste y con pocas posibilidades de salir sin fracturas peligrosas.
Vicente Fox, uno de las figuras destacadas en el partido blanquiazul, ha hecho su aparición en el escenario del conflicto interno para no sólo atacar al grupo de Felipe Calderón, sino para demandar de su partido el apoyo a las reformas estructurales que el PRI promete presentar ante el Congreso en la primera parte del año próximo.
Pero el tema es apenas el pretexto. El señor Fox pone en claro que desde su visión, el que desde el poder se haya acaparado el control del PAN, es la causa fundamental del fracaso electoral panista en los comicios pasados.
Y de esta manera, el grupo que lucha para tratar de evitar que Felipe Calderón pueda alcanzar el control político de los restos del PAN, pone un nuevo escollo en ese intento. Y ello debe sumarse a la forma en que la dirigencia panista evitó que, como Calderón quería, se iniciara ya el proceso destinado a preparar la Asamblea de Acción Nacional para determinar el futuro del partido.
El PAN está totalmente fracturado, pero nadie quiere aceptarlo. Y hay quienes desean llegar a una salida que evite la ruptura. Pero el ataque sostenido de Felipe Calderón y su grupo en contra de Josefina Vázquez Mota ha sido tomado como un canto de guerra. Y muchos desean llegar a las últimas consecuencias de este combate.
El PAN ha presentado diferentes versiones de sí mismo en el Congreso. Pero si Calderón pierde la batalla por el control del partido, habría cambios en alguna de las coordinaciones legislativas, si no es que en ambas, con la idea de, como señaló Fox, pasar a formar parte de los cambios que el país necesita. Y ello significa la negociación con el nuevo gobierno.
Por lo que se refiere al PRD, la situación es algo más compleja. Y explosiva.
Oculto por todo el proceso político federal y por la cercanía del cambio de presidente, el conflicto del PRD pasa muchas veces desapercibido. Pero ello no significa que el problema no sea de gran envergadura.
Miguel Angel Mancera podría dar testimonio de la magnitud del conflicto. No se trata tan sólo del movimiento de AMLO vía MORENA, para desarticular las filas de la izquierda o para iniciar la formación de una bancada propia en el Congreso. Ni siquiera se trata ya sólo de la formación de un partido político y los preparativos para la construcción de una nueva candidatura presidencial.
El problema es que los grupos en pugna tienen al próximo gobierno del DF en la mira. Y la disputa es por la segunda posición en el esquema de gobierno. Los “Chuchos” tienen sus ambiciones. Y Lo mismo tiene Marcelo Ebrard. Tanto como lo hace René Bejarano y su tribu.
El problema es que los tres grupos en la puja no tienen relaciones entre sí. Ebrard quiere presionar a los “Chuchos”, pero éstos no ceden, ya que saben que entregar ahora el control sería tanto como perder el partido en unos meses. Y se enfrentan a Bejarano, quien busca desde ahora, hacer saber a Mancera que si no negocia con ellos, el DF podría ser ingobernable.
Y ello, a querer o no, se traduce en un paso atrás de las izquierdas. Y por supuesto, convierte al DF en rehén de grupos políticos. Y ello resulta en un pleito del que podría no sobrevivir el PRD como una fuerza política real.
Que es a final de cuentas, lo que le interesa a Andrés Manuel López Obrador.
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