A DOS PUNTAS: Un país dividido…

09 de noviembre de 2012
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9:47
José Carreño

Washington D.C.- Las elecciones estadounidenses fueron un triunfo para “los nuevos Estados Unidos”, pero los “viejos Estados Unidos” aun están aquí.

El presidente Barack Obama, el primer presidente de color en la historia de este país, fue reelecto por 50 por ciento del voto, pero presidirá sobre un país profundamente dividido, mas allá de las divergencias entre demócratas y republicanos.
Los EEUU son hoy por hoy, una nación dividida a lo largo de líneas étnicas y socioeconómicas, que literalmente ponen a la mayoría de los hombres blancos de un lado y a la coalición ganadora, compuesta por minorías étnicas, mujeres y jóvenes con una cierta dosis de liberales, así como blancos de clase media baja y pobres, del otro.
Y si bien es cierto que elementos del partido republicano han comenzado a hacer un examen de las razones de su derrota y la atribuyen en gran medida a las actitudes adoptadas por un importante sector de entre ellos, también es cierto que hay muchos, por lo menos el sector mas a la derecha, que cree que perdieron porque sus candidatos y su partido no fueron suficientemente conservadores.
Los “partidos del té”, el grupo de ultraconservadores fiscales que se consideran como guardianes del patriotismo estadounidense, de sus valores y su forma de vida, son todavía una fuerza importante. Su papel puede haber sido disminuido en el Congreso y estar bajo ataque dentro del partido republicano pero conservan una gran influencia entre los republicanos.
Después de todo, una buena parte de los recursos usados por Mitt Romney salieron de ese sector, concentrado sobre todo en la regiones central y sur estadounidenses.
En términos del voto del martes fueron el 48 por ciento del total. Pero sus números pueden ser mayores que eso. Después de todo, mas del 40 por ciento de los estadounidenses no llegó a las urnas.
Y es evidente que no votaron en cantidad suficiente como para imponerse a la coalición de Obama, pero es legítimo preguntar que hubiera pasado si lo hubieran hecho.
Esos son los sectores a los que el aparato político estadounidense, encabezado por Obama, debe convencer de que un presidente de color no representa el fin del mundo o la disolución de los Estados Unidos.
Pero ese temor, acompañado de a idea de que lo que ganó fue una propuesta “socialista” que busca mantenerse en el poder a base de dar premios a quienes la apoyen a costa del sector productivo del país, queda por encima de kilo que haga o diga un partido republicano que los necesita pero es renuente a abrazarlos.
  “Estamos tanto, ó mas divididos que en cualquier otro momento de nuestra historia desde la Guerra Civil”, opinó Bill Schneider, politólogo y catedrático de la Universidad de George Mason, en Virginia.
QMX/jcf

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