PERSPECTIVAS: La batalla política por la reforma laboral

01 de noviembre de 2012
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9:54
Norberto de Aquino

La batalla política por la reforma laboral podría, por fin haber entrado en la ruta de los acuerdos. Y después de los muchos errores y torpezas del Senado de la República, pudiera ser que para mediados de noviembre, todo quedara resuelto y la iniciativa promulgada.

A lo largo de dos desgastantes meses, el proyecto enviado por Felipe Calderón se convirtió en instrumento para medir fuerzas, para buscar logros particulares y para bloquear avances de los rivales. Y ahora, con una larga lista de vencidos, el panorama se aclara y las cosas parecen retornar a la normalidad, con mensajes que marcan la ruta a seguir y los tiempos a cumplir.

Así, el Senado de la República, con los coordinadores de las tres fuerzas más importantes, pasan a formar parte de los derrotados, de los que resultan culpables de los muchos errores y de quienes fueron incapaces de entender la oportunidad que se vivía para destrabar la agenda nacional.

Felipe Calderón entendió que se había emprendido a su nombre, una ruta de colisión que nada le dejaría al PAN y a su gobierno le quitaría el punto tal vez más importante, justo cuando se acerca el recuento y la rendición de cuentas.

En la Cámara de Diputados, sin embargo, podría ubicarse el punto realmente clave de todo este embrollo.

Fueron los diputados los que lograron dar el primer paso en favor de la reforma, con una negociación seria en la que se evitaron las fricciones de mas. Y cuando el PRD intentó por la vía del grito y la violencia, simplemente fue hecho a un lado y se formó una alianza que hizo ver a las izquierdas el riesgo que se corre cuando no se respetan los acuerdos.

En el Senado las cosas se descompusieron al máximo. Se violentaron los marcos legales, se intentaron acuerdos sin los soportes necesarios y se toleró la formación de un bloque anti PRI.

El regreso de la minuta respectiva a la cámara de Diputados resultaba entonces, un reto político más serio que el marcado por el debate laboral. Había ya, como Manuel Camacho había marcado desde la Cámara Alta, una “real separación e poderes”, entendida ésta como una fuerza capaz de bloquear todos los avances si éstos beneficiaban al PRI.

Por ello los mensajes de fuerza y los anuncios de fuerza que desde el momento mismo en que el Senado modificó lo aprobado por los diputados, se dejaron sentir. Por ello el aviso de que la reforma podría detenerse hasta el nuevo gobierno, para que todo el reconocimiento fuera para Enrique Peña y Felipe Calderón quedara fuera de todo el acuerdo. Por ello la gritería del PAN y el abandono del PRD de ciertas trincheras.

El objetivo del PRI fue claro. Habrá acuerdos, pero no se aceptará que no se cumplan. Habrá negociaciones y se trabajará en conjunto, siempre que se entienda que el chantaje no será reconocido como una vía para alcanzar posiciones. No se cederá ante una coalición en contra del nuevo gobierno.

Y el mensaje enviado desde la Cámara de Diputados llegó de forma inmediata al Senado. Y todos entendieron que Manuel Camacho puede intentar muchas cosas, pero que nada se dejará pasar y nada avanzará si no es a base de negociaciones y el respeto a los que se llegue en esas negociaciones.

Entendido el mensaje, el PRI suavizó el mensaje. Habrá reforma en un par de semanas, con Calderón en el juego, y se respetará lo acordado por los Senadores, en los puntos en los que el PRI esté de acuerdo.

La tormenta parece haber pasado. Y los perdedores tendrán tiempo para pensar lo sucedido. Y para analizar posturas, ante el anuncio de que el año próximo se tocarán temas como la reforma fiscal y la reforma energética, con todo lo que ello representa.

QMX/nda

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