CARTAS DESDE CHICAGO: México lindo y herido…

28 de octubre de 2012
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11:10

“… si vivo lejos de ti que digan que estoy dormido y que me maten aquí…”. Esta podría ser la versión actualizada de la canción México Lindo y Querido del michoacano Chucho Monge (1921). Canción que surgió en la época en que se estaba procreando el PRI.

Años en que empezó a gobernar plácidamente al estilo de la Colonia en pleno siglo XX. Se dio lujo de cometer todo tipo de atropellos en contra de la democracia que pretendía aparentar ante sus súbditos. Pensaba, decidía y actuaba por ellos. Y a pesar de ello la mayoría de la ciudadanía vivía plácidamente, enajenada pero plácida. Se decía de los políticos: “sí roban, pero con que nos pavimenten la calle, quien quita y un día nos hacen la escuela”. Eran gurús dotados de un poder especial que podían darse el lujo de elegir la suerte del país sin consultarlo más que con el fiel cacique del pueblo.

Al que no le gustaba o no se veía beneficiado de ese México tranquilo y vasallo; se hacía su mexiquito aparte y se desatendía, o terminaba yéndose pa’l otro lado. Para añorar regresar aunque sea con los pies por delante como dice la canción “…que digan que estoy dormido…”

Ahora la sociedad marginada y vapuleada, desquita con creces esa falta de moral y ética política, que según aquellos gobernantes creyeron le estaban haciendo un favor a su patria plebeya.

Con el caso de Humberto Moreira, ex presidente del PRI y ex gobernador de Coahuila en que su hijo es asesinado en ese enredo de poderes y mafias, se comprueba que la serpiente fue la que acabó por envenenar al águila; a la identidad nacional de la que se había apropiado el PRI. Por gobernar al estilo feudal en el siglo pasado, creó a un monstruo asesino llamado pueblo que mal interpreta aquello de “…y que me cubra esta tierra que es cuna de hombres cabales…” Que en su momento aguantó todo cantándole a la patria “…amor de mis amores…”

El caso Moreira expone la colusión que siempre hubo entre políticos, intereses económicos y representantes de la ley, y hasta de la Iglesia Católica. Solo que ahora es un cinismo colectivo donde ese marginado inepto social se convierte en víctima y verdugo. Hasta llegar al punto de vanagloriarse por los  cuerpos mutilados que deja en la vía pública y sean nota social. Lo que antes solo se veía en revistas “especializadas” como Alarma.

A eso se le suman los reclamos de justicia social, gremial, estudiantil, vendedores ambulantes, etcétera. Para convertir sus protestas en acciones criminales. Mientras que la libertad de expresión (en particular la radio y TV) sobretodo del entretenimiento son burdeles de lo más prosaico.

El comediante Héctor Suarez que en su época hizo denuncia social contra el gobierno y el ciudadano irracional con su “Qué nos pasa”, “A mí qué” y “Ay se va”; ahora adolece de sus mismos señalamientos para convertirse en una grotesca forma de diversión familiar, con chistecitos pairas que incluso en los tiempos del México plácido durante el feudo priista, se consideraban de muy mal gusto hasta en la peor de las pulquerías de pirúl. La diversión ya está a cargo de comediantes que caracterizan a niños o payasos con bromas arrabaleras ¿y así queremos un México lindo? ¡Qué nos pasa!

Es como dar la razón a los conquistadores españoles que durante la colonia decían que los indígenas teníamos mentes de niños, incapaces para discernir en asuntos de alta responsabilidad. Creencia que heredó el PRI y después el PAN.

Podríamos citar una larga lista de nuestras calamidades para auto castigarnos, pero poco nos serviría pues la serpiente ya envenenó al águila; al escudo orgullo nacional, como a gran parte de la sociedad mexicana.

Se comenta que paisas de visita en su México lindo y querido, han corrido el riesgo de encontrar la muerte en el intento. Con lo que le ahorrarían traerlo dormido de los “iunaitestates”.

Se sabe de pueblos donde el paisano vio la luz por primera vez, por donde nació el compositor de México lindo y querido. Donde el hecho de parecer fuereño después de un tiempo de estar ausente, es suficiente para ser abordado por sujetos (los que posiblemente eran niños o que todavía no nacían cuando el compa dejó el pueblo), para hacen tres preguntas claves y directas que pudieran ser la diferencia entre la vida o la muerte, o el secuestro: ¿Quién es tu familia? ¿Dónde vives? y ¿Cuánto tiempo vas a durar en el pueblo? Una respuesta en falso o, si no hay alguien quien responda es probable que no se cuente la anécdota.

¿Ahora que regresa el PRI a la presidencia volveremos a vivir enajenados pero plácidamente, en espera de un favor del todopoderoso? ¡Ay mi México lindo y querido!, no estarás muerto pero cómo te hemos herido.

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QMX/rf

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