Cierra la chimenea a los ladrones
La gran mayoría de los interesados en los asuntos públicos, especialmente políticos, sabe que la aprobación del proyecto de reformas a la Ley Laboral, es prácticamente un hecho consumado. Hay quienes afirman que esto se alcanzó con la cada vez más en uso técnica del “haiga sido como haiga sido”.
Con esta perspectiva o criterio, nadie pondría en duda que su principal impulsor y beneficiario es el presidente saliente, Felipe Calderón Hinojosa. Pero la realidad es diferente porque a quien mejor le viene es al presidente entrante, Enrique Peña Nieto.
El análisis de tan sencillo podría ser expuesto y comprobado por un niño. Las reformas laborales a punto de aprobarse reflejan la intención del panismo de defender a las clases privilegiadas, especialmente en lo económico. Pero beneficia a la estructura corporativista que tantos beneficios da al sistema priista. De esta forma, todo seguirá igual y si, un poco “más peor” para las clases menos favorecidas, en este caso los trabajadores.
Para el presidente electo Peña Nieto, lo verdaderamente relevante, importante, es que el Congreso de la Unión, es decir las cámaras de Diputados y Senadores, caminen como maquinarias de relojería para operar y apoyar lo que viene. Es decir, hoy por hoy se validó el método y se pospuso el fondo.
Con la sagacidad, inteligencia y operación que les caracteriza, el diputado Manlio Fabio Beltrones, en San Lázaro, y el senador Emilio Gamboa Patrón, en la sede del Senado, en Reforma, demostraron que “si se puede” seguir al Poder Ejecutivo, al Presidente de la República pues, y expedir leyes, que no modifiquen ni rompan las estructuras.
Esta es la parte que el priismo puso a prueba. Trabajar en un proyecto y sacarlo adelante, para cuando se tengan que hacer reformas de fondo, “de a de veras”, y no remedos cosméticos.
Como siempre, la contundencia de los hechos, como en el ejemplo del buen comportamiento, puso en ridículo y exhibió la palabrería respecto al desempeño de los órganos sindicales.
El proyecto de Ley Laboral que se discute en el Senado no incluye injerencia alguna en los asuntos de los sindicatos ni prevé lo que algunos eufemísticamente llaman “apertura” sindical. Seguramente todavía no se recuperan del ataque de risa que les produjo las pretendidas reformas a líderes como Romero Deschamps, de los petroleros; Elba Esther Gordillo, de los maestros; Martín Esparza, de los varios miles de electricistas que aún lo siguen y, por supuesto, Francisco Hernández Juárez, de los telefonistas, sin mencionar a quienes encabezan otros gremios como meseros, ferrocarrileros, albañiles, etcétera, etcétera.
De tal suerte que, los líderes de las fracciones priistas podrán decir al presidente electo que la maquinaria legislativa, ahora si, está a punto y trabajando para lo que sea necesario, con la ventaja de que esto no es ni bueno, ni malo, es el hecho contundente que puede contribuir a la recuperación de la gobernabilidad perdida hace ya mucho tiempo.
No más un Congreso paralizado, en cuyas discusiones, confrontaciones y pantanos se quedaron pasmadas iniciativas y resoluciones. Que funcione, ese es el objetivo y, por lo que ya se ve, está a punto de alcanzarse. De beneficios a los trabajadores, de apertura de los sindicatos ya habrá mejores tiempos, hoy por lo pronto los empresarios están felices porque ganaron aunque sea unos puntitos más a los trabajadores.
QMX/am