Cierra la chimenea a los ladrones
Decir que Morelia se ha convertido en rehén de ambiciones y perversiones políticas, es verdad de Perogrullo. Y Michoacán, joya de la corona perredista durante una década, ingresó en la pendiente de la violencia y el insultante cinismo gobernante amparado bajo la dizque izquierda de nacencia tricolor.
La administración de Lázaro Cárdenas Batel fue gatopardista de 2002 a 2008; pretendió ser justiciera ofreciéndose salpicada de un populismo cobijado bajo la bandera del cardenismo, el del general Lázaro Cárdenas del Río, que puso al estado en el dintel de la bancarrota.
Y, bueno, llegó Felipe Calderón y prometió que bajo su gestión en la Presidencia de la República, a Michoacán le iba a ir muy bien, “pero muuuy bien”. Y fue como azuzar a la perversidad y la mala sombra, sobre todo a partir del michoacanazo que desbarrancó a la entidad y la volvió punto de referencia de la inseguridad galopante.
Luego el amigo y socio de la familia Cárdenas Batel, Leonel Godoy Rangel, el mismo que como secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, fue acusado de desvalijar a los reclusos y reclusorios de la capital del país, coronó su carrera política convirtiéndose en gobernador del estado para el periodo 2008-2012.
Como era senador, Leonel pidió licencia en 2007 y volvió a su escaño en febrero de 2012, bajo acusaciones de haber prohijado la corrupción. La deuda del estado de Michoacán se disparó arriba de los 40 mil millones de pesos, de forma tal que el actual gobernador, Fausto Vallejo, tiene suficientes razones para declarar la bancarrota de la administración estatal.
Miles, sí, miles de aviadores aterrizaron en las arcas estatales durante el gobierno de Godoy Rangel, quien además utilizó recursos públicos para mantener a raya a grupos beligerantes del magisterio, porros y estudiantes que prendados de la ubre estatal realizaban marchas y plantones cuando se les retrasaban los pagos, o paraban clases en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en demanda de espacios y prebendas.
Digamos que el cierre de avenidas y carreteras, la toma de instalaciones universitarias, los paros magisteriales que dejan sin clases a miles y miles de estudiantes de todos los niveles en el sistema público escolarizado, junto con actos de corte netamente manufactura del crimen organizado, cambiaron el rostro de Morelia y de las principales ciudades del estado.
¿Herencia priista? Bueno, las movilizaciones y los plantones los llevó el perredismo a Morelia, particularmente, desde el momento en que se trazó el objetivo de hacerse del poder en la entidad. Fueron perredistas los que, molestos por la derrota de su candidato, Cristóbal Arias Solís, provocaron que, en 1992, el priista Eduardo Villaseñor Peña tirara la toalla y lo supliera Ausencio Chávez Hernández.
Hoy, la pretensión es “enfermar” y provocar la dimisión del gobernador Fausto Vallejo Figueroa, cuya gestión concluye en 2015. Y se han tendido todos los escenarios para lograr ese fin, incluida la provocación que llevó al desalojo de las casas de estudiantes, cuyo control estaba en manos de verdaderos delincuentes.
La presión social y las movilizaciones alimentadas por líderes locales del Partido de la Revolución Democrática lograron doblar al gobernador Vallejo, quien prácticamente indultó a estos delincuentes, entre ellos verdaderos estudiantes, aunque muchos con la carrera tendente a ser fósiles.
La apuesta por defenestrar a Vallejo Figueroa, empero, no concluyó con aquel tema y se continuó en ámbitos de la sinrazón, ésta de los estudiantes normalistas que se niegan a estudiar inglés y computación, y proponen que se posponga la obligatoriedad de tomar dichas asignaturas, amén de que invocan argumentos ofensivos para el sentido común y de los niños y adolescentes michoacanos.
La recuperación de instalaciones de las escuelas normales de Tiripetío, Arteaga y Cherán, además de aprehensión de Cruz Cárdenas, jefe de la tenencia de Nueva Jerusalén, por su presunta responsabilidad en la destrucción de la escuela primara “Vicente Guerrero”, y el que 41 de 48 detenidos en el Cereso de Morelia hayan sido puestos en libertad bajo caución, es muestra de que la paciencia y tolerancia de Fausto Vallejo llegó a su límite.
El PRD y sus prohombres en Michoacán se han rasgado las vestimentas deslindándose de la escalada de violencia, pero descalifican y censuran la reacción del gobernador para poner orden. Y, bueno, hasta Andrés Manuel volvió al escenario para dar lecciones de urbanidad política.
Bueno, entonces ¿de quién es la mano que mece la cuna? ¿Dónde anda el probo y docto Leonel Godoy Rangel? ¿De verdad se violentan porque no quieren estudiar inglés y computación? Lo cierto es que los morelianos y en general los michoacanos están ¡hasta la madre! Salvo, por supuesto, quienes cierran los ojos para no ver lo que ocurre en su entorno, más los que sin conocer el estado se asumen expertos. Conste.
QMX/msl