Juego de ojos
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Contrario a la contagiosa alegría que regularmente se apreciaba en Veracruz, puerto, ahora se percibe tensión, incertidumbre, miedo.
“Algo feo va a pasar”, dice en secreto la gente que aquí se caracteriza por ser muy comunicativa. “Somo platicaadore, no chimoso, puej”, dice a carcajadas una señora regordeta que palmea la masa para preparar unas ricas “picaditas”.
Los rumores, la percepción, es que el gobierno actual no ha dado los resultados que se esperaban. Reina la decepción, la incertidumbre, el miedo. Un gobierno errático.
En el ánimo popular pesan aquellas grabaciones que publicó Excélsior, en junio de 2010, en donde se comprobó la ilegal intromisión del fiel Herrera.
Pesan también los cadáveres que por decenas (35 en total) aparecieron regados en septiembre de 2011 bajo un puente en Boca del Río.
Pesan también los 25 millones de pesos en efectivo que se les incautaron en enero de 2012 a unos enviados para pagar, según se dijo, algunos festejos jarochos, pero quedó la sospecha de que eran para financiar parte de la campaña del presidente electo.
Pesan también los asesinatos de varios periodistas, entre ellos el de Regina Martínez, corresponsal de la Revista Proceso, y otros del crítico periódico NotiVer.
Veracruz es el estado en donde más peligrosa se ha vuelto la actividad periodística; claro, solo si no se está de acuerdo con la comunicación oficial, afirman algunos comunicadores.
Pero pesan más los secuestros, extorsiones, asaltos y asesinatos de que son víctimas los veracruzanos, y que se quedan en el silencio, en la impunidad por miedo a la denuncia, “porque puede ser peor”.
Por eso es que dicen que “algo feo va a pasar”, pero no dicen qué. Lo peor ya les ha pasado.
No son menos los decires que corren en los pasillos del PRI nacional, en las Cámaras de Senadores y Diputados.
Sí, algo va a pasar en Veracruz. Y no falta mucho para que los llamen a cuentas.
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Nuestras Adelitas
Si las mujeres mexicanas citadinas sufren toda clase de atropellos y vejaciones, acoso, violaciones y maltrato, imagínense a las mujeres del campo, sobre todo a las indígenas. Qué no han de soportar.
La imagen más acabada que tenemos los mexicanos de lo que son capaces nuestras Adelitas, fue en la Revolución de 1910. Y ni así se les hizo justicia.
En ocasión de celebrarse el Día Mundial de la Mujer Indígena, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos nos llama la atención para recordarnos que aun cuando las mujeres del campo contribuyen en gran medida a la producción alimentaria nacional, existen limitaciones legales y de usos y costumbres que las han excluido para participar y tomar decisiones en torno al otorgamiento de recursos y financiamientos agrícolas.
Dice el INEGI que en México existen 5.7 millones de personas ocupadas en el campo, de las cuales aun cuando 27 por ciento son mujeres, sólo 20 por ciento de ellas son propietarias de la tierra.
Documentan que 22 por ciento de las unidades económicas rurales están a cargo de mujeres y la mayoría de ellas no recibe salario por su trabajo y, mucho menos, cuenta con acceso al crédito y a los servicios de capacitación.
Ante esto, la CNDH considera que considera que, como parte de las políticas de Igualdad entre Mujeres y Hombres, deben redoblarse esfuerzos a efecto de implementar estrategias adecuadas a las necesidades de las mujeres rurales y desarrollar mecanismos interinstitucionales que les permitan una mayor integración al desarrollo económico del país.
Gobiernos van, gobiernos vienen, azules o tricolores, y la situación en el campo, sobre todo para las mujeres, sigue igual.
Ahí el reloj se detuvo desde el siglo pasado.
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Ando volando bajo
Repetimos este Quadratinazo publicado el 22 de agosto porque este arroz ya se coció.
Por estos días, tan pronto como este lunes, quedará formalizada la compra del avioncito que el gobierno calderonista adquirió para dejárselo de regalo a su sucesor. Ahí les va la repetición:
En el México del donde todo puede… sucedió!, nos enteramos los expectantes y pasivos ciudadanos que la agonizante administración de Don Felipe Calderón autorizó la compra de un nuevo avión presidencial (TP01) por la friolera de 750 millones de dólares.
¡Órale!
A precios actuales la adquisición de este boing 787 significa unos 9 mil 800 millones de pesos que los mexicanos pagaremos a un promedio de 400 millones de pesos anuales durante 25 años.
Otra vez, ¡órale!
Es obvio que el avión lo estrenará Enrique Peña Nieto, a quien de un momento a otro el Trife ungirá como próximo presidente de este generoso país.
El problema no es que nuestros máximos dignatarios se desplacen en aviones de última generación, por seguridad propia y de quienes los acompañan, no.
El problema está en que con asombro nos enteramos que se trata de unos de los aviones más caros del mundo, incluso más caro que el avión de Barack Obama.
Ese si es un insulto, peor que una mentada de madre.
Alguien hizo el negocio de su vida ya para despedirse.
Dicen en mi pueblo que más vale pájaro en mano que ver un ciento volando.
Y de que agarró su pájaro, lo agarró.
Y de que se subió al avión, se subió.
(Hasta aquí la repetición)
Ahí se los dejamos para el anecdotario, vamos a ver si ya están “las picaditas” que nos preparó la jarocha.
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Nos leemos el miércoles
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