Teléfono rojo
Miles de mujeres y hombres libres hemos decidido formar un nuevo partido político en el que todas las ideologías sean respetadas, valoradas y reconocidas como factor de unidad, lo cual anunciamos este sábado 13 en la Ciudad de México.
En esta nueva etapa del proceso de transición hacia la democracia, nos hemos unido no una parte del espectro político nacional, no una vertiente, no un color, sino todos. Venimos del norte y del sur. Pero también de lo que suele llamarse izquierda y derecha. Buscamos que la patria una sus dos manos, que México se reconcilie consigo mismo.
También venimos del oriente y el occidente de la república, así como del liberalismo y el conservadurismo, de la democracia cristiana y de la social-democracia. Venimos de corrientes de pensamiento que por siglos han estado contrapuestas. Las ideas por las que antaño México fue a la guerra, hoy se congregan alrededor del concepto de pluralidad constructiva.
Nuestra unidad quiere ser, y confío en que así será, un testimonio a la nación. El simple hecho de estar juntos lanza un poderoso mensaje: quienes pensamos distinto podemos sumar con sinceridad nuestras capacidades y talentos en el superior propósito del interés nacional.
De antemano hemos abrazado un reto fundamental: poner fin a doscientos años de confrontaciones políticas por diferencias ideológicas y dar cauce al torrente de voluntades dispuestas a lograr por fin la justicia social, recurriendo a las armas de la paz y no a las de la guerra.
Para asumir plenamente nuestro deber cívico hemos decidido asumir el compromiso de formar un nuevo partido que —a diferencia de otros— sea expresión auténtica de la sociedad y no de las cúpulas establecidas en el poder público, tampoco de los poderes fácticos. Una institución que inicie la modernización del sistema de partidos y la suplantación paulatina de los que se han quedado en la obsolescencia o dejado de representar los intereses del pueblo. Un partido que aporte a la cultura del diálogo y la tolerancia para unir a los mexicanos en la obra de nuestras aspiraciones comunes.
Formaremos un partido con identidad propia, humanista y progresista, eminentemente programático y plural, comprometido con las causas sociales más apremiantes. Una organización política de valores cívicos, que sea instrumento de los ciudadanos y no de los gobernantes. Ajeno a sectarismos, a radicalismos ideológicos y a intereses particulares.
Seremos un partido democrático con vocación de gobierno, promotor de que sean los mexicanos más aptos quienes asciendan a los cargos públicos de mayor responsabilidad para instalar una nueva cultura de servicio desde el poder. Un partido donde las decisiones se tomen con base en la racionalidad política y no en caprichos cupulares o en la disputa estéril de tribus internas donde vence la fuerza numérica y no la sensatez de las ideas.
Seremos un partido de concertación, plural e incluyente, abierto a todas las formas de pensamiento. Capaz de trascender las posiciones ideológicas que, aunque legítimas y respetables, confrontan, dividen y debilitan la capacidad realizadora de la nación. Seremos un partido comprometido con erradicar los vicios acumulados que corrompen la política, que la degradan y la desprestigian.
Vamos por triunfos electorales, sí, pero sobre todo por triunfos culturales y triunfos sociales. Lo importante no es vencer a otros proyectos políticos en las urnas. Lo importante es vencer a la pobreza, vencer a la falta de oportunidades, desterrar la guerra y abrir paso a un México de prosperidad, justicia y paz.
Los mexicanos de hoy tenemos una de esas coyunturas que la vida ofrece muy de vez en cuando. El destino nos ha colocado frente a la oportunidad de concluir exitosamente la transición hacia la democracia que nuestros predecesores, y quizás nosotros mismos, iniciamos o alentamos con gran esfuerzo y patriotismo en décadas pasadas.
Nos corresponde —por derecho, por deber y porque así lo hemos asumido— comenzar otra etapa gloriosa para nuestra nación desde el diálogo, la tolerancia y la generosidad del perdón. Es nuestro turno para convocar a otra insurrección, esta vez pacífica y humanista, solidaria y constructiva, que enarbole el estandarte de las nuevas causas sociales.
Nuestra magnífica oportunidad la representamos nosotros mismos. Somos nuestra oportunidad irrepetible para dejar en herencia a nuestros hijos y a las generaciones no nacidas, un país mejor que el que nosotros recibimos.
Por todo ello, convoco a los amables lectores a formar parte de este nuevo proyecto y a sumarse a este esfuerzo plural. Juntos daremos este paso trascendente hacia la fundación de un nuevo partido que dignifique y represtigie la política mexicana.
* Ex presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN)