Teléfono rojo
Y quizá tengan razón. Pero según el refranero legal estadounidense, “el diablo está en los detalles”.
Las similitudes de propósito entre las ofertas de política exterior de demócratas y republicanos pueden ser tantas como se quiera, pero como afirmaba don Jesús Reyes Heroles, “en política, como en poesía, la forma es fondo” y en este caso, las formas son importantes.
Tal vez la diferencia principal está en lo que los republicanos, y Romney, llaman “paz a través de la fuerza”, o en la necesidad de hacer ver y sentir un poderío militar tan fuerte, tan abrumador, que nadie se sienta tentado a desafiarlo.
El juego de hacer sonar los sables y poner una “espada de Damocles” sobre aquellos que disientan con los Estados Unidos es tan válido como se quiera desde un punto de vista de “realpolitik”, pero no es exactamente una forma de tranquilizar a un mundo en el que la economía y la demografía llevan a una situación de multipolaridad.
Ciertamente nadie puede criticar a Romney o los estadounidenses en su deseo de mantenerse como el gran hegemón, un sitio que la crisis económica de principios de siglo ; de hecho sería un papel que muchos desearíamos mas bien para nuestros respectivos países. Pero la realidad es hay un número creciente de potencias regionales que tienen ambiciones propias con tanta legitimidad como la que tienen o puedan tener los Estados Unidos.
Pero se vale creer que cuando Romney habla de construir quince buques -incluso tres submarinos- al año para la Armada estadounidense no es nada mas como forma de ayudarse a crear los doce millones de empleos que promete o para ayudar a la economía del “complejo militar-industrial” sino como una forma de recordar al mundo que los Estados Unidos tienen la fuerza.
Y esa es una diferencia importante en términos de política exterior. Ciertamente para muchos, y evidentemente para un sector de los estadounidenses, es satisfactorio pensar en la idea de ser temidos y que el mundo se someta a los dictos del gobierno estadounidense.
Muchos republicanos parecen estar nostálgicos de un pasado legendario en el que los Estados Unidos mandaban en el mundo y la “guerra fría” los beneficiaba con un enemigo-villano a modo.
Al margen de que sea electo o no, la propuesta de política exterior de Romney hace demasiado énfasis en el principio de “la paz a través de la fuerza”, y la política exterior es uno de esos casos en los que el estilo puede hacer una gran diferencia.