Juego de ojos
Algo salió mal en la apuesta electoral de 2006; tanto que Andrés Manuel terminó aliándose con Felipe Calderón y, al final de cuentas, el PRD y el PAN se desembarazan de ambos actores. Sin fiel de la balanza buscan la ruta perdida.
Dígase lo que se diga, las alianzas pactadas entre el PAN y el PRD para evitar el triunfo del PRI en la sucesión de Enrique Peña Nieto en el Estado de México, precisamente para desbarrancar la candidatura presidencial del ahora Presidente electo, tuvieron el visto bueno de Gustavo Enrique Madero y Andrés Manuel López Obrador.
Por supuesto, en ese momento el dirigente nacional del PAN no daba paso sin huarache, es decir, sus decisiones pasaban por el visto bueno del inquilino de Los Pinos, o en el mejor de los casos tenía que aceptar las decisiones de partido que se dictaban en la residencia presidencial.
Hoy, sin embargo, Madero superó la tutoría del fiel de la balanza y se reagrupa con su equipo. El tiempo corrió a su favor; a Felipe Calderón se le agota el tiempo y se le escapa el poder. Sus amigos lo han dejado en la orfandad y él admite que ya no manda.
Y es cierto, ¿qué valor puede tener una orden presidencial hacia su partido político, cuando sólo le queda poco más de mes y medio de vigencia? Por eso, Felipe Calderón se ha dedicado a recorrer el país, a viajar al extranjero, a inaugurar obras y a reírse de sus gracejadas e incluso hacer bromas sobre su persona.
Bien, por esto último, porque sólo quien aprende a reírse de sí mismo tiene el valor de soportar y superar la adversidad, y sobre todo las traiciones de quienes se dijeron sus amigos y ahora se ríen de él o incluso aquellos que en su momento se peleaban la foto con él o cabildeaban la forma en que aceptara una invitación a una de sus fiestas de socialité, ahora hasta lo amenazan.
Ahí está el caso del actor Roberto Palazuelos que, al perder un litigio por unos terrenos de la reserva natural en Quintana Roo, amenazó al Presidente advirtiéndole que responderá por esos hechos, es decir, por la decisión judicial de expropiarle unos terrenos.
Y, así, en la medida que inexorablemente camina a contrarreloj la conclusión del sexenio, Felipe Calderón deja en manos de un equipo de notables el rumbo del Partido Acción Nacional, porque definitivamente él dejó de ser el fiel de la balanza, el dueño del partido del que se apoderó el mismo día en que se hizo de la candidatura presidencial a despecho de Vicente Fox Quesada.
El problema, empero, comenzó a agravarse para el PAN con esa irrupción. Rehén de los amigos del Presidente y sujeto a las decisiones del mandatario, el albiazul comenzó a desbarrancarse del top ten electoral y, en la elección intermedia de 2009, su futuro se volvió turbulento. Bueno, 2012 sencillamente corroboró la ausencia de control de daños y la consecuencia de la severa división existente en la hasta hace unos años impoluta doctrina panista que se prostituyó con alianzas que le echaron a perder los cimientos.
Hoy, al margen de ese rollo demagógico de personajes como el senador Javier Lozano Alarcón, de que el PAN buscará aprobar las reformas presidenciales, lo cierto es que las negociaciones emprendidas por diputados y senadores con sus pares del PRD y del PRI en el Congreso de la Unión, se encamina a despojarse de la tutela calderonista para retomar la independencia y claridad partidista que identificó al PAN por más de medio siglo.
Lo mismo ocurre con el Partido de la Revolución Democrática. Rehén de Andrés Manuel López Obrador durante prácticamente la mitad de su existencia, hoy su dirigencia nacional respira aliviada, como si la decisión del tabasqueño de ir a buscar su destino personal con Morena le hubiese despojado de un pesado fardo que no le dejaba crecer.
Hay, por supuesto, una corriente (aún) perredista que aboga por la causa de López Obrador, pero no es ni por asomo un importante bastión que vaya a significar la debacle en la estructura del partido del sol azteca en caso de desprenderse y sumarse al nuevo partido que, como representativo de la izquierda fundamentalista, habrá de contender en los comicios intermedios de 2015.
Bien por el PAN y el PRD que, despojados de ambiciones de sus caudillos, están en condiciones de recuperar doctrina y objetivos. La democracia mexicana requiere de ambos institutos políticos; lo demás es morralla, membretes familiares y plataformas de sueños personales. Digo.
QMX/msl