Libros de ayer y hoy
De esta manera, el sistema político mexicano está infectado o afectado por la co-dependencia de tiempos y movimientos del fenómeno político denominado Andrés Manuel López Obrador, hoy dedicado a la regeneración del Movimiento de Renovación Nacional (Morena).
Por temor o inexperiencia, el panismo hizo de López Obrador un ícono del acontecer político cotidiano. Sin plataforma ideológica sólida o coherente, con un discurso monosilábico, pintado de izquierda y provocador, “enganchó” al panismo y con él, al gobierno y al sistema político completo, incluido al PRD, partido que convirtió en rehén.
Este caldo de cultivo lo lleva ahora a construir, por enésima ocasión, un proyecto electoral que avanza sin cuajar, que crece sin tener forma, que
mina y no construye, que ilusiona sin poder cumplir.
En “La Jornada”, se dijo que Andrés Manuel López Obrador anunció ayer que se separa, “sin ruptura” y “en los mejores términos” de los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano. Ante un Zócalo lleno, anunció que en esta nueva etapa de su vida política se dedicará a trabajar en la transformación de México desde el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Anunció que iniciará un proceso de reflexión para decidir, a partir del miércoles y hasta noviembre, si continúa como asociación civil o se constituye en partido político. “Me despido en los mejores términos. Me separo de los partidos progresistas con mi más profundo agradecimiento a sus dirigentes y militantes”, dijo.
Durante más de tres lustros el tabasqueño hizo co-dependiente al sistema político. El foxismo, en su afán por “desaparecerlo” o “extinguirlo” a instancias de Santiago Creel y de Diego Fernández de Ceballos, lo entronizó como víctima, papel que le ha encantado desempeñar.
Ahora, su salida del llamado Movimiento Progresista (PRD, PT y Movimiento Ciudadano), permite a “los chuchos” y a Marcelo Ebrard, con Manuel Camacho Solís como “titiritero”, adueñarse y “controlar” la cada vez menos identificable izquierda mexicana.
Ya el otro ícono de la izquierda, Porfirio Muñoz Ledo, descarta que la decisión de AMLO lleve a una pulverización. Lo que sí es claro –precisó– es que el movimiento trata de dejar fuera a grupos, facciones y corrientes que manejan los partidos con un estilo corporativo. Está claro que no vamos a la pulverización de la izquierda”, afirmó.
Lo real es que los políticos y los medios tienen frente a sí, la oportunidad de perder al villano favorito, aunque ello implica un acto de superación y sanación de una co-dependencia difícil de reconocer, aceptar y corregir, lo que no se vislumbra fácil ni deseado.
QMex/am