LA COSTUMBRE DEL PODER: Relación con EEUU

11 de septiembre de 2012
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Gregorio Ortega

Aparece de inmediato un nuevo estilo, un diferente propósito en el gobierno que pronto presidirá EPN -aunque 80 días se harán eternos-: pone los ojos en América Latina antes que en Estados Unidos. Visitará Guatemala, Colombia, Brasil, Argentina y Chile.

La agenda que lleve para esas visitas protocolarias y para nada gratuitas, los resultados obtenidos, permitirán a EPN diseñar el replanteamiento de la relación bilateral con Estados Unidos, porque de continuar como las dejan 12 años de panismo y las exigencias de la globalización y el libre mercado, las condiciones de gobernabilidad para el presidente constitucional de México dependerán de las políticas de seguridad nacional y geoseguridad estratégica diseñadas e implantadas por el Consejo Nacional de Seguridad y el Departamento de Estado.

Al darles prioridad a las necesidades de los estadounidenses, se dejan en segundo plano los requerimientos mínimos de bienestar y dignidad de los mexicanos, lo que favorecería que la luz de la antorcha que aspira a iluminar la desobediencia civil, brille con mayor intensidad y llame a su ámbito de influencia a todos los que tienen un agravio que cobrarle a los mangoneadores del gobierno, sin importar que pronto llegue otro partido al poder, y que las políticas públicas tengan diferentes propósitos aunque parecidos objetivos.

Bien dijo Pedro Joaquín Coldwell al referirse a la estrategia para combatir la delincuencia organizada, concretamente a los barones de la droga, que ha de revisarse, pero no disminuirse, ha de modificarse para que no sea esta nación la que ponga los muertos mientras Estados Unidos sólo pone a los consumidores. También debe modificarse, porque el beneficio de los decomisos en efectivo y propiedades no puede ser unilateral, como pretenden los de la DEA y el Departamento de Estado.

Pero sobre todo debe modificarse, porque con el pretexto de la Iniciativa Mérida y la ayuda económica que cobran con sangre, las agencias de seguridad estadounidenses se han infiltrado por todos lados, e incluso -como pudo observarse en el caso de Tres Marías- pretenden sustituir a las autoridades mexicanas. Allí, sobre el asfalto de la carretera federal, en el lugar de los hechos, se les vio actuando como MP.

El actual presidente constitucional de esta nación engañó -a la vista de todo-, a los mexicanos con la verdad. En su supuesto desesperado esfuerzo por evitar que los narcotraficantes se convirtiesen en un Estado dentro del Estado, facilitó que las agencias estadounidenses en materia de seguridad, se sustituyeran a las  mexicanas en muchos ámbitos. De allí que se decidiera poner en la cárcel a Tomás Ángeles y coacusados.

Apenas el domingo último AMLO hizo público su último esfuerzo por convocar a la desobediencia civil, por mantener viva la discordia, por oponerse a una legalidad endeble, pero legalidad, al fin y al cabo.

Remediar lo anterior, lograr la reconciliación nacional, obtener por consenso las reformas estructurales y modificar, sin sobresaltos, el modelo político, necesariamente pasa por revisar y reordenar la relación bilateral con Estados Unidos, especialistas en sembrar insidia.

QMex/gom

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