Visión financiera
Como la tarde noche del 28 de agosto de 2006, la noche de este jueves 30 de agosto de 2012, los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación igual que sus antecesores en el órgano jurisdiccional hace seis años respaldaron el estudio exhaustivo del proyecto de resolución del llamado juicio madre incoado, ésta vez, por la coalición Movimiento Progresista en demanda de anular la elección presidencial.
“No se afectó el principio de equidad”, dijo por ahí de las ocho y media de la noche la magistrada María del Carmen Alanís Figueroa. Y Andrés Manuel frunció el ceño mientras, más de tres centenares de sus seguidores rompen vallas frente a las instalaciones del Tribunal Electoral por el sur de la ciudad, rumbos de los culhuacanes.
Y es que, como hace seis años, a López Obrador le falló el abogado, el jefe de la impugnación, la cabeza del grupo, el zacatecano Ricardo Monreal Ávila, doctor en Derecho que se la ha rifado con el tabasqueño al grado de denunciar por lavado de dinero al gobernador del Banco de México, Agustín Carstens. Postura mediática en la previsión de un nuevo revés ante el máximo tribunal electoral.
Hace seis años el abogado fue Horacio Duarte Olivares, licenciado en Derecho por la UNAM y diplomado en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Iberomaericana y maestro en Derecho por la Universidad Panamericana.
Entonces al texcocano Duarte Olivares se le refirió la existencia de yerros de procedimiento en la sustanciación del juicio de inconformidad contra el resultado de la elección presidencial que daba como ganador a Felipe Calderón Hinojosa, se molestó y descalificó a los reporteros. Los llamó inexpertos y legos en materia de juicios electorales. Al final, los reporteros esperaron la disculpa del abogado.
Porque, en aquellos días y noches del litigio postelectoral, los ayudantes de Duarte llegaban con cajas y más cajas de “pruebas” supervinientes dizque en respaldo del juicio de inconformidad, el juicio madre que fue utilizado como machote para demandar la invalidez de la elección presidencial en los 300 distritos electorales.
Igual que hace seis años, recortes de periódicos, dichos y referencias sin sustento, como demostraron la noche de este jueves los magistrados. Aunque en esta ocasión chivos, gallinas y borregos no tuvieron mayor respaldo probatorio que la fe de un notario que luego se dijo sorprendido y resultó, a final de cuentas, un ex colaborador de López Obrador.
Sin duda, el proceso le falló al doctor Ricardo Monreal Ávila como en 2006 al abogado Horacio Duarte.
Hace seis años el conflicto fue por la sobrada duda de una elección legal, porque la diferencia entre los votos obtenidos por Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador fue de 233 mil 831, es decir, 0.56 por ciento de la votación nacional. Hoy, la diferencia es superior a los tres millones de votos, pero el doctor Monreal sostiene que fue una elección inconstitucional, porque no fue auténtica ni equitativa, no hubo sufragio libre y sí una excesiva iniquidad económica en perjuicio de López Obrador.
Sin embargo, sólo un ejemplo citado por el magistrado Flavio Galván Rivera, demuestra que, en la impronta de la reacción para no aceptar la derrota electoral, se invoca la nulidad de la elección presidencial por causales previstas en el artículo 75 de la Ley General de Medios de Impugnación, aunque el propio ordenamiento cita que el juicio debe presentarse cuatro días después de conocerse el resultado de la elección. Y no ocurrió así.
Y Andrés Manuel debió saber del procedimiento básico, o sus abogados o su doctor en Derecho que invoca al apego al estado de Derecho y la observancia de la ley para anular la elección presidencial. Pero, no hay duda de que Monreal avistaba el fin de este juicio de inconformidad (el JIN-359/2012) o llamado coloquialmente Juicio Madre en el que solicitaba la invalidez de la elección presidencial.
Fue el mismo procedimiento y la misma sustanciación del procedimiento. Monreal se alzó como Oráculo y sentenció el futuro de los siete magistrados electorales y avistó, junto con el círculo lopezobradorista, el Armagedón mexicano.
“No fuimos por el camino fácil. Hicimos la interpretación más fácil a la demandante, admitimos la demanda. Escuchamos en la cuenta detallada muchos temas. Escuchamos que no hay ni siquiera indicios ni pruebas y por eso declaramos infundados los conceptos de agravio. Inoperantes por vagos e imprecisos y por no señalar circunstancias de modo y lugar”, refirió en su intervención el magistrado Flavio Galván.
Sí, porque a Andrés Manuel volvió a fallarle el abogado. ¿Qué pensaba la noche de este jueves 30 de agosto? Digo.
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