Navidad y tinieblas
Estos nuevos legisladores deben ser partidarios del optimismo, porque México vive en el desencuentro desde el 31 de agosto de 1976, cuando Mario Ramón Beteta -contra lo afirmado por Luis Echeverría, quien no quiso reconocer su error al pretender manejar la economía desde Los Pinos, sin los conocimientos ni la templanza que requieren esa cartera- anunció la devaluación.
Están conscientes estos priistas que serán la primera mayoría del Congreso, que México ha ido a los extremos de la crisis: cuando no es la economía, son los muertos o la inoperancia de los gobiernos del alterne, cuyo mandato constitucional fue la transición que no pudieron conceptuar ni hacer. El caso es que encontrarán al país en grave confrontación social: cuando obtengan el apoyo de la oposición, les faltará el respaldo de la sociedad, temerosa de que con las reformas no les alcance para resolver los problemas cuya gravedad disminuye el orgullo de ser mexicano, distorsiona los valores civiles y cívicos, hace desaparecer esas virtudes humanas que son aval de convivencia.
Problema que parece irresoluble y, afirman los enterados, ya tiene el candidato triunfante sobre su escritorio varias propuestas para entrarle al toro, lidiarlo sin lesionar los intereses de los jubilados.
El problema en este país se agrava, porque un buen porcentaje de la población económicamente activa carece de prestaciones que respalden, con sus aportaciones, el sistema de pensiones en sus diversas modalidades, pues el outsourcing está a la moda.
Pero no es el único contratiempo. Debido a la precariedad de los trabajos, muchos mexicanos optaron por la economía informal, en la cual son sus propios patrones, establecen los horarios que les acomodan y, lo más importante, no pagan impuestos, no comparten el producto de su trabajo con las autoridades hacendarias.
La globalización y el libre comercio favorecieron o propiciaron una estrategia estalinista para el control político -terminaron por no controlar nada, como lo muestra el contencioso poselectoral-, sustentada en la reingeniería social, pero convirtieron a muchos ex integrantes de la clase media en precaristas, que hoy viven mejor que muchos de los asalariados.
¿Por qué en Francia François Hollande pudo dar marcha atrás a las reformas laborales y de pensiones de Nicolás Sarkozy? Porque en ese país no existe el outsourcing, la economía informal es mínima, pero sobre todo el modelo político de gobierno es el adecuado para un presidencialismo fuerte y una rendición de cuentas permanente.
Acá, deberán aprender a dejar de apostar por la impunidad, para que problemas como el de las pensiones dejen de serlo.
QMex/gom