Juego de ojos
Muchos fueron los héroes anónimos, los seres que aun con su propio dolor a cuestas, con el dolor de una madre muerta, un padre, el hijo, el hermano o de toda la familia ayudó a sacar los restos del vecino, del desconocido. Muchos hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que en la medida de sus posibilidades, de su fuerza, hombro con hombro, de sol a sol y sin descanso, apoyaron a su prójimo.
Quién puede olvidar es gesto humanitario, ese tender la mano a pesar del propio dolor?, nadie. Y es que así es nuestra gente. Pero no sólo con los nuestros, también nos “quitamos la camisa” por los desconocidos, por los que vienen de fuera, por los extranjeros.
Ahí está la prueba con los migrantes, quienes a diario reciben la muestra de humanidad, de solidaridad de familias enteras que llegan al albergue con las cacerolas llenas de comida o con bolsas de ropa para cobijarse del frío, para guarecerse de la lluvia.
Muchas veces escuché a la abuela decir que uno podía ser todo, menos mal agradecido. Y es cierto, uno no puede ir por la vida mordiendo la mano de la persona o de las personas que te apoyaron cuando más lo requeriste, pero tampoco hablando mal de quien te dio un espacio en su hogar.
Y todo esto viene a colación por aquellos extranjeros que por alguna razón llegaron a nuestro México, a un país que les dio un espacio, que les abrió los brazos, confió en ellos, les dio la oportunidad de comenzar una nueva vida y que no obstante lo critican sin consideración ni reparo.
Ahí tenemos al que llegó hace más de 40 años y dice que no le debe nada a este “pin…país”, o los que salieron de su nación porque no tenían para comer y ahora reniegan del “pu… país de mield…con sus pin…” o de aquellos que de camino al norte, se quedaron aquí y lograron poner un trabajo, un local comercial y que ahora se quejan de sus “pin…autoridades y de sus pin…mexicanos de…”.
Tenía razón la abuela, uno puede ser todo, menos mal agradecido. Uno nunca debe dejar de reconocer o de mostrar gratitud por todo lo que se nos dio con cariño y solidaridad.
QMex/mmv