ENTRESEMANA: El honor perdido del PAN

10 de agosto de 2012
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8:19
Moisés Sánchez L.

Y es que, conforme con ese texto, el panismo gobernante se engolosinó con el poder y, como los nuevos ricos –reza el dicho: “el que no ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”–, olvidó las formas, su doctrina y hasta el modo de andar, de forma tal que en el extremo expulsó a los críticos de casa, como ocurrió con Manuel Espino Barrientos.

En este espacio he aludido precisamente a temas como los de la corrupción y la impunidad imperante en los gobiernos panistas, especialmente en el federal donde hay altos funcionarios que de viajar en el Metro, de pronto cuentan con autos de lujo, chofer y ayudantes, amén de haber cambiado al modesto departamento por la mansión.

También los excesos de dirigentes como Gustavo Enrique Madero, que sin duda instruido por el presidente Calderón, se lanzó en pos de las alianzas con quienes se imaginaba sus irreconciliables enemigos de la izquierda, en el ánimo perverso de evitar triunfos electorales del PRI.

La referencia que se hace en el punto 10 del documento de marras a esta praxis linda en el calificativo de la prostitución política. A saber:

“(…) No obstante, el PAN debe ser también cuidadoso al momento de invitar a ciudadanos a ser candidatos a cargos de elección popular. Acción Nacional no puede alquilar su logotipo ni ser un partido franquicia al servicio de intereses contrarios a los objetivos del PAN, pues ello es una gran incongruencia”.

Un punto que destaca es el número tres, por los alcances que tiene en ámbitos de la galopante corrupción que impera lo mismo entre altos funcionarios públicos federales, estatales y municipales, además de los partidistas, mal que impactó negativamente en la imagen electoral del PAN.

Y es que, mientras se trepaban al carro de la descalificación contra el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, los miembros de la cúpula panista trataban de meter bajo la alfombra la basura generada en los espacios donde gobiernan y operan políticamente. Veamos:

“3. Corrupción. La ética política y la imagen del PAN como Partido que ejercía los cargos públicos con responsabilidad y honestidad han quedado en entredicho por la corrupción en que han incurrido algunos de sus miembros tanto en el servicio público como instancias partidistas. Se deben tomar las medidas que sean necesarias para condenar, frenar y castigar los actos de corrupción, incluyendo la separación del Partido a los militantes a quienes se haya comprobado actos de ese tipo; para promover la honestidad y la ética en el servicio público y en la gestión de las dirigencias del Partido”.

¿Pulcros y honestos? ¿Demócratas? Bueno, en este documento la sinceridad y la autocrítica pudieran lindar en la delación respecto de cómo se ha ejercido el poder público y el partidista, de cómo, incluso, la intención del presidente Felipe Calderón fue la de tener subordinados a los diputados federales del PAN.

“Ser dirigente del PAN es una responsabilidad que no debe convertirse en oportunidad para impulsar proyectos personales”, acotan en la línea de acción número 12 los legisladores federales salientes. ¿Gustavo Enrique Madero? ¿César Nava? ¿Germán Martínez Cázares? Todos, menos Manuel Espino, porque hay un pronunciamiento en la línea 13 en contra de “las prácticas de exclusión o la amenaza de sanción por el simple hecho de que un panista emita su opinión sobre la situación del PAN”.

A Manuel lo expulsaron por ser crítico, incómodo para Felipe Calderón Hinojosa, a quien indirectamente cuestionan haberse entrometido en la designación de candidatos.

Por supuesto, los legisladores salientes evitaron citar nombres, pero la simple referencia pone hasta apellidos a los responsables de que el Partido Acción Nacional haya perdido, en doce años, la dignidad y hasta el modo de andar. Bueno, como no queriendo, hasta la Presidencia de la República. La pregunta es si aprendieron la lección o, como los vecinos de enfrente, tardarán dos sexenios en lamerse las heridas. Conste.

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QMex/msl

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