Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Desde diciembre próximo, Felipe Calderón se convertirá en fugitivo.
Y como se lo planteaba a usted aquí en enero de este año, vale preguntar nuevamente:
¿Va a huir Calderón de México dejando tras de sí su regadero de muertos, que al decir del The New York Times sumarían hasta estas fechas ya más de 67 mil?
¿Sin que se le finquen las responsabilidades penales y éticas por el abandono económico, social y político en el que nuestra nación ha caído por la inacción de su fallida Administración en los últimos años?
¿Se le va a perdonar el escandaloso enriquecimiento de los más connotados panistas, merced a sus prácticas corruptas?
¿Va a haber, entonces, crímenes sin castigo?
No puede, no debe haber más impunidad.
Menos aún la de aquellos que entre sus cacareadas virtudes (sic) siempre han discurseado su respeto a la vida (67 mil muertos), la honradez, la Patria ordenada y generosa (jejeje).
Arraigar a Calderón en México es, debe ser, una demanda popular que aquél que vaya a ser su sucesor debe comprometerse a llevar a cabo.
Paradójicamente, el todavía ocupante de Los Pinos es un defensor de la figura del arraigo –para muchos expertos, una medida inconstitucional– de la que, apenas en octubre de 2010, decía es eficaz y útil a los propósitos de la procuración de justicia.
Y es de procurar justicia de lo que se trataría si se arraiga a Calderón inmediatamente después de que entregue la banda presidencial –si es que se le permite la entrada al Congreso de la Unión–, para evitar que huya del país sin asumir plenamente las responsabilidades que le demanda la Patria.
En México, él lo sabe bien, sería un apestado. Un paria político.
Por eso es que se prepara desde ahora a abandonar el territorio nacional.
De nada servirá el cuartel de invierno (político) que en la capitalina colonia Las Águilas –un terreno de 1 mil 940 metros cuadrados sobre el que hay varias residencias, un edificio de departamentos incluso– ha venido agregando a su patrimonio familiar el michoacano.
Lo más probable es que quede vacío los próximos años… aunque existe la esperanza de que tal pueda ser el domicilio en el que la justicia le arraigue para ser juzgado por los crímenes de su estúpida guerra, la violación de los derechos humanos, el genocidio del que son víctimas indígenas y habitantes de zonas rurales a quienes se da asistencia sólo para que tengan la fuerza suficiente para acercarse a las urnas a votar por sus “benefactores”…
Por lo pronto, todo indica, Calderón no va a salvarse del juicio ante la Corte Penal Internacional que un nutrido grupo de connacionales ha presentado en La Haya.
Y para ello debe estar “ubicable”, no a salto de mata en Estados Unidos, donde ha trascendido que su familia ya busca residencia.
El destino post-sexenal de quien ahora ocupa Los Pinos es, debe ser, tema de debate nacional.
Calderón no debe huir del país.
No debe disfrutar de un autoexilio dorado.
Debe hacer frente a las consecuencias de sus no pocas irresponsabilidades.
¿O usted que cree?
Índice Flamígero: En la inauguración de la Semana Nacional PyME, el ocupante de Los Pinos intentó una maniobra de distracción para cubrir su huida. Dijo que “a lo mejor”, a partir de diciembre se dedica a una pequeña y/o mediana empresa. ¿De seguridad? + + + A través de la Conago, los gobernadores encontraron ayer la puerta para ampliar su presencia “más protagónica” en el ámbito internacional, lo que de seguro implicará más viajes pagados por los contribuyentes con todo y sus faraónicas comitivas, ¿o no? + + + El calendario sigue deshojándose. Ya sólo faltan 116 días.
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