LA COSTUMBRE DEL PODER: Corredurías y delincuencia

01 de agosto de 2012
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Gregorio Ortega

Los productos comercializables son tangibles, como lo son los dólares y euros que producen. No ocurre lo mismo con la compra-venta de las acciones, los portafolios de inversión, los mercados de futuro. El valor de lo que se trafica en las corredurías bursátiles es virtual, da un valor aparente a las empresas que cotizan en bolsa, porque el que cuenta, el que mueve realmente la economía es el valor del trabajo que está detrás de cada uno de los bienes y servicios que se comercializan. El precio lo determina la oferta y la demanda.

Pero la producción y el comercio ya no aportan los recursos económicos necesarios para el funcionamiento de los Estados, de allí que se sustituyera el valor del trabajo por la habilidad para comprar y vender valores, por la fuerza seductora de la especulación financiera y la promesa de disfrutar la vida sin asomo alguno de malestar moral o violencia física, aunque la retribución sea precisamente lo contrario.

De allí que la industria del armamento se niegue a ser controlada, debido a la gran riqueza real que produce; de allí también que todos los Estados del Primer Mundo estén en disputa por hacerse con el producto económico de la delincuencia organizada, porque lo que los maleantes trafican -drogas, personas, pornografía, armas- se compra y vende con dólares y euros de por medio, uno sobre otro, hasta sumar, como informó la ONU, 870 mil millones de dólares anuales.

El dilema es que la competencia por el control de esa masa monetaria produce violencia -ajena al territorio nacional del Imperio-, y ésta conduce a la ignorancia y la humillación.

Advierte mi Demonio de Sócrates: “El propio poder se basa ampliamente en la repugnancia. Toda la publicidad y el discurso político son un insulto público a la inteligencia y a la razón, pero un insulto del cual somos parte integrante, una abyecta empresa de interacción silenciosa. Se acabaron las tácticas de disimulo; hoy se nos gobierna en términos de franco chantaje…

“Repugnancia por la pretensión y la trascendencia del poder, por la fatalidad y abominación de la política. Si han existido pasiones políticas, existe actualmente una violencia idónea a la repugnancia fundamental por la política”.

Lo anterior se debe al corrimiento en los grupos de poder que administraban el Estado y establecían el control constitucional. Hoy está en manos de los propietarios y directivos de las corredurías bursátiles, de los dueños de los medios electrónicos y cibernéticos, de quienes controlan y administran los bienes de las comunicaciones, pero que están necesitados de esos 870 mil millones de dólares anuales, para mantener las cosas tal cual. Es el enfrentamiento entre los barones de la droga y los del dinero virtual.

Es la confrontación entre el poder real y el ficticio, por humano.

QMex/gom

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