Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La semana pasada, por ejemplo, a una nota informativa publicada en Contraste con la cabeza “AMLO se burla de las instituciones; prepara su postulación presidencial para 2018: Rojas”, es decir, que recogía declaraciones del coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas Gutiérrez, hubo una respuesta en exceso severa y grave de un lector identificado como “SJ.Cobain”, con correo electrónico [email protected]. A saber:
“A pero como chinga el PRI y es que como hartan, entiendan lo, los movimientos antipeña no buscan a AMLO como presidente, solo queremos que se largue ese inepto de EPN. COmo odio al pri y sus mentiras, cínicos, como desearía matar a cada uno de esos corruptos”.
Pero esas posturas que exacerban odios, obedecen a la raíz que cierra los ojos y cree que con ello nadie se percata del doble discurso con el que transita en esta apuesta de convertirse en el prócer que habrá de pasar a la historia nacional.
Respeto a quien apoya a Andrés Manuel, a quienes como Elena Poniatowska se atreven a asegurar que las despensas de millones de mexicanos en el norte del país se llenaron con lo que les regalaron los del PRI en compra de su voto, sin tener una sola imagen de su afirmación. Respeto a aquellos colegas que simpatizan y comulgan con el discurso de López Obrador pero que nos descalifican y ofenden a quienes discrepamos de su credo.
Respeto, en fin, a los más de 15 millones de compatriotas que otorgaron su voto al candidato presidencial del Movimiento Progresista, porque lo hicieron convencidos de que Andrés Manuel es la opción política para el país, vaya, quien salvará a la patria.
Pero no puedo respetar la postura de Andrés Manuel López Obrador que, a sabiendas de que miente y carece de las pruebas que lleven a los magistrados electorales a anular la elección presidencial del pasado 1 de julio, insista en que tiene la razón y, peor aún, que él no aspira a ser el Presidente interino que ha invocado como solución al conflicto postelectoral, aunque la factura lleva su firma.
Cómo creerle a quien se asume prócer y se compara con Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Benito Juárez García y Francisco I Madero. No sorprende que el tabasqueño, frente a las críticas que le han hecho respecto de que su propuesta de la Presidencia interina, es desestabilizadora, considere que lo es permitir la podredumbre y la corrupción. El léxico en ese sentido es muy suyo.
Tampoco sorprende que ahora busque la simpatía de sus seguidores para erigirse héroe de la patria, un prócer que en segunda intentona ha sido derrotado por más de tres millones de votos, pero lo niega y sostiene que perdió porque su contrincante del PRI, Enrique Peña Nieto, compró cinco millones de sufragios.
En ciudad Nezahualcóyotl, el tabasqueño arrancó ésta su cruzada personal, a la que ha denominado “Jornada nacional de lucha”, que entraña la celebración de 142 asambleas informativas por todo el país, en aras de demostrar que le escamotearon el triunfo porque el priismo se gastó carretadas de dinero en la compra de millones de votos.
Bien, Andrés Manuel está en su derecho de litigar el resultado de la jornada electoral del 1 de julio que no le favoreció. Y bien por sus simpatizantes, que igual tienen todo el derecho de ejercer sus libertades.
Sin embargo, eso de compararse con Hidalgo, Morelos, Juárez y Madero, de plano es de risa. Sí, a estos mexicanos los atacaron, criticaron e incluso sacrificaron, pero su lucha fue diferente. Ofende al sentido común y al conocimiento básico de la historia de México que Andrés Manuel pretenda ser considerado héroe. Sí, tiene un espacio en la historia, pero de la picaresca mexicana, como aquel parlanchín conocido entre la raza como El Masiosare. Digo.
QMex/msl