Juego de ojos
No es el caso, por cierto, de Beatriz Paredes Rangel quien contendió fallidamente, ¡otra vez!, por la jefatura de gobierno del Distrito Federal y quien ha preferido hacer mutis y alejarse de los reflectores para seguir actuando en las penumbras donde se mueve mejor.
El enojo y rencor contra la señorita Paredes, empero, es mayúsculo. El propio Peña Nieto ha comentado que la ex dirigente cenecista, ex gobernadora de Tlaxcala, ex embajadora, ex legisladora –varias veces diputada, alguna vez senadora–, ex dirigente nacional partidista y ex funcionaria del gobierno federal recibió enorme cantidad de recursos económicos, a costa incluso de los que deberían llegar a otros candidatos de otras entidades de la República, y no’más no se aplicaron a la campaña. Desaparecieron los dineros, pues.
Paredes, se lo comenté a usted en este espacio a principios del anterior mes de mayo, filtró en ciertos espacios periodísticos que poco antes habría llegado a un acuerdo con el entonces candidato Peña Nieto:
Que “de no ganar –cual sucedió–, ha pedido se le dé un puesto en el gabinete presidencial que, comicios de por medio, encabece el mexiquense Peña Nieto.
“Y ese puesto demandado es ni más ni menos que ¡la Secretaría de Relaciones Exteriores!
“Experiencia diplomática dice tener la señorita Paredes, puesto que ya fue embajadora de México en Cuba.
“Cuentan que, en principio, Peña y su alter ego Luis Videgaray aceptaron cumplirle su deseo a la tlaxcalteca, pero que asimismo le impusieron una condición: que consiguiera un millón y medio de votos de los ciudadanos de la capital nacional para la causa del mexiquense. Millón y medio. Ni uno más, pero eso sí, tampoco ni uno menos.
“Fue entonces cuando el deseo de doña Beatriz se comenzó a difuminar.”
Y ahora, de hecho, se ha esfumado.
Porque el mayor reclamo que los peñanietistas hacen a Paredes Rangel no es sólo por su segunda estrepitosa derrota electoral en la capital nacional, sino porque antes que contener a la oposición perredista pareciera que la alentó y permitió, dicen, que “contagiara a entidades vecinas como el propio Estado de México, amén de Morelos, Tlaxcala y Puebla donde las izquierdas que postularon a Andrés Manuel López Obrador obtuvieron triunfos comiciales y un crecimiento electoral harto significativo.
Y a doña Beatriz le habían encargado una campaña que contagiara de ánimo priísta a las entidades vecinas.
Obviamente, fracasó.
Muy amiga de Pedro Joaquín Coldwell, presidente formal del CEN del PRI, la señorita Paredes no ceja en su empeño de ocupar una posición en la siguiente Administración… si es que el Tribunal Electoral reconoce el triunfo del señor Peña Nieto, no obstante el cúmulo de pruebas que sus opositores panistas y de izquierda han presentado para invalidar la elección presidencial.
Joaquín Coldwell, en efecto, es ya una suerte de “abogado defensor” de la causa acomodaticia de Paredes Rangel.
Y ha sido esta instancia la que más ha hecho por inculpar a los gobernadores y candidatos perdedores de las entidades vecinas y, claro, exculpar a la tlaxcalteca.
No obstante, la pregunta que los peñanietistas se hacen es ¿dónde quedó el dinero?
Y no sería remoto que por estos días pidan cuentas a doña Beatriz. No nada más de la derrota regional. También de los dineros, claro está.
Índice Flamígero: Sigue la discusión, nada bizantina en tratándose de los recursos de nosotros los contribuyentes, sobre la adquisición de un nuevo avión presidencial presupuestado en 757 millones de dólares. Con 11 mil millones de esos billetes verdes, Aeroméxico anunció ayer que va a adquirir 100 nuevos equipos. Esa cantidad le alcanzaría a la Secretaría de la Defensa Nacional apenas para comprar 14 y medio aparatos. + + + Diamantina Reyes, una política chihuahuense, dijo alguna vez a Miguel de la Madrid que diera más oportunidades a las mujeres en política porque, “podremos meter la pata, pero no las manos”, dijo textualmente. La gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, desmiente la cita. ¡Vaya que ha metido las manos en los dineros públicos! + + + Cuente bien. Ya son sólo 128 días los que restan a este desentonado sexenio.
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