A DOS PUNTAS: Campañas políticas, exageración y mentira…

24 de julio de 2012
 , 
8:23
José Carreño

La verdad es que la dureza, y la rudeza, de las campañas políticas estadounidenses es histórica. Todo se usa y se ha usado en ellas, de la vida personal de los candidatos a sus ideas y sus asociaciones, de su credibilidad a su decencia -o falta de ella- de su valor personal a su riqueza.

Y con mas frecuencia que no, muchas de las afirmaciones que se dan en el diario intercambio “escapan” de la verdad. Lo malo es que en el actual ambiente de polarización política, las mentiras o exageraciones respecto al otro tienen oídos receptivos, los de aquellos que quieren creer lo que quieren creer, sin importar la realidad, o la verdad…

Una sección del diario “Washington Post” otorga cotidianamente de uno a cuatro “Pinochos” a las declaraciones políticas mas exageradas o señalamientos de candidatos mas fuera de contexto.

Y últimamente ha estado mas activa que nunca, ante las cada vez mayores transgresiones de los políticos, especialmente los rivales en la contienda presidencial de este año, el presidente Barack Obama y el republicano Mitt Romney.

De hecho, las exageraciones usadas por la campaña Obama respecto a la personalidad y las actividades de Romney han merecido varios señalamientos de Kessler, pero también consigna la forma en que la campaña Romney usa y edita  selectivamente retazos y frases sueltas de los discursos de Obama haría ruborizar a muchos políticos mexicanos.

Cierto. La exageración no es nueva en política y en la estadounidense -que está al frente en términos de técnicas y tecnología- es un hecho de la vida. Una parte de esa técnica, si se quiere usar ese término, es la investigación de lo que haya hecho o dicho el rival para exagerar o minimizar la importancia de hechos circunstanciales, sean momentos, frases o contactos.

Pero eso no quiere decir que no deban ser anotados y señalados.

En términos reales, durante el primer semestre del año la columna otorgó un mayor número de “pinochos” a los republicanos que a los demócratas, aunque según aclaró Glenn Kessler, autor de la publicación, se debió que los republicanos sostuvieron una dura campaña de selección de candidato y los demócratas se ahorraron esta vez la lucha interna.

Pero al mismo tiempo, hay mas gente a un lado y otro de la frontera ideológica dispuesta a creer lo que se dice del rival, sin importar que tan exagerados o falsos sean esos señalamientos. Aunque una clara minoría, no son pocos los derechistas deseosos, dispuestos a creer, que Obama no es estadounidense, y por tanto que es un presidente ilegal.

Las consecuencias son simples. Una división cada vez mas profunda y, en términos de gobernabilidad, el resultado mas probable parece de inmovilidad cuando el país del norte necesita decisiones, y soluciones.

 

QMex/jcf

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