PERFILES: Refranes, poesía a la experiencia

23 de julio de 2012
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Lilia Arellano

La fortaleza política que logró conjuntar el PRI, el tricolor, durante los últimos tres años al lograr tener una permanencia y control importantes no sólo en el Poder Legislativo sino de incursión, diálogo y acuerdos con el Ejecutivo, eran bases más que suficientes para aspirar de manera seria y contundente a la recuperación de la silla presidencial. Durante esos últimos tres años se escuchó una y otra vez repetir que el Revolucionario Institucional regresaría a Los Pinos.

Y no se detenían para afirmar que los errores de los panistas tenían a los ciudadanos en el hartazgo, lo cual les significaba la gran oportunidad ante una izquierda que, pese a llenar muchas plazas, no parecía ampliar su discurso para lograr el convencimiento de muchos millones de mexicanos que no pertenecen a su registro de voto duro. Por lo tanto, y una vez que incluso tenían hecha la selección del candidato que los representaría, parecería que lo más difícil estaba resuelto ya que, finalmente, habían logrado unidad en torno a un objetivo más que claro.

Por lo tanto, no quedaba más que cumplir fielmente la orden girada, la que me supongo mal interpretaron: “hay que trabajar”. Y a eso no está acostumbrada nuestra clase política. Para la mayoría de quienes están en esta actividad el trabajo se realiza con acuerdos, con comilonas, en viajes, sacándose la foto con los poderosos, atendiendo llamadas telefónicas incesantes de aquellos con cuya complicidad se logra acumular riqueza, acrecentar patrimonios. Pero eso de andar convenciendo con planes, con proyectos, con programas de gobierno a los electores, como que no es lo suyo.

Así que sin duda resultó más fácil sacar sangre de las piedras y recurrir a la persuasión con un lenguaje universal, el que habla el estómago. Esa sí es garantía. Solo que ya son tantos los trucos que tuvieron que hacer las cosas de tal manera que hubiera registros para que se justificaran las inversiones en ese renglón, porque ahora se pretendió que iniciara una “transparencia”, la de las cuentas más que claras. Hay que mostrar músculo, referían una y otra vez los coordinadores tricolores ante la llegada de su candidato y para ello estaban los autobuses, las camisetas, las porras, la gestión de las lideresas de siempre, las de “la estructura”.

El tiempo y los esfuerzos dedicados a estas labores podrían haberse puesto a disposición de grupos que se encontraran convencidos de un buen proyecto gubernamental. Pero el otro camino al parecer les resultó más fácil aunque ahora les esté resultado de lo más espinoso. Y es aquí en donde uno se pregunta si en realidad los priístas encontraban en Enrique Peña Nieto a su abanderado de lujo, si de verdad se había hecho presente la unidad en torno a un partido político y al proyecto que lo mismo variaba de un extremo a otro de acuerdo a los reportes de las encuestas. Los errores fueron multiplicándose y los huecos se llenaban con reportes de apoyos extraordinarios, de porcentajes de simpatizantes que se alejaban brutalmente de los que les otorgaban a los otros competidores, a los adversarios políticos.

El daño provocado a Peña Nieto no ha sido menor y se supone que ya están prestos los dedos que señalan a los que consideran “no cumplieron”. Aunque los males, el “no me ayudes compadre”, no paró ahí. Tuvo que salir el titular del IFE y adelantar la información no oficial sobre el resultado de la votación provocando grandes inquietudes y no menos inconformidades. ¿Había necesidad? ¿Media hora era mucho tiempo? ¿Para qué? Por lo pronto los ciudadanos que fungieron como presidentes de casilla levantaron la voz ya que consideraron un insulto que sin que hubiesen terminado de acomodar las boletas electorales en los manteles que les proporcionaron ya una señora estaba dándose por perdida y el señor Calderón levantaba la mano de un ganador.

Flaco favor volvieron a hacerles al señor Peña Nieto despertando con todas esas actitudes y prisas interrogantes que no tenían porque haber surgido. Y no puede considerarse que se trato de una forma de frenar al más próximo adversario ya que esas acciones no hicieron sino otorgarle muchos renglones para iniciar su protesta. A cada paso los argumentos de la izquierda se vieron fortalecidos y así ha venido sucediendo con cada declaración que primero niega lo que afirman y que opera en su contra para luego aceptar que si es cierto pero nada más tantito. Muy claro está el ejemplo de Monex y cuantas y cuanto fueron las otorgadas y la inversión.

Por si fuera poco se dio todo un despliegue de publicidad a las felicitaciones enviadas por los mandatarios de otros países, dejando al descubierto el cabildeo instruido desde la residencia oficial de Los Pinos a su oficina de Relaciones Exteriores para que las embajadas acreditadas estuvieran perfectamente enteradas del humo blanco “presidente habemus”. De nuevo aparecía el Partido Acción Nacional, su máximo representante y militante, haciendo labor para el priísta, para el que se suponía era el adversario a vencer, al que dijo que no le iba a entregar por nada del mundo el poder.

Ya sin freno alguno y sin que se tenga en la mano la constancia de mayoría que lo acredita como “mandatario electo”, se presentaron ante los medios don Felipe y don Enrique y de nuevo llegan a los oídos de todos las inconformidades por una acción que da el perfil del autoritarismo de la imposición, del “haiga sido como haiga sido”. No sabemos si Peña Nieto será o no un buen presidente, si será el que el país y sus ciudadanos necesitan en momentos como este y parecería que con esas dudas es más que suficiente aunque siempre existe la esperanza de que las cosas sean mejores a como se encuentran en el presente. Sin embargo, los errores y los abusos cometidos hacen que el catálogo de interrogantes crezca y descobije al mexiquense.

Así, hoy, nadie sabe a ciencia cierta que esperar ni que puede pasar. Han perjudicado con sus actuaciones a quien pretendieron ayudar a alcanzar el poder. Tal vez todo eso sirva para que se haga una “limpia” de tanto político que habla de los errores en el pasado del PRI como si no fueran parte y protagónica de ellos. Tal vez todo eso sirva para que se genere una dinámica que cambie el escenario nacional en la medida en que se atienda su producción interna, la educación, cuando se privilegie el interés de este país por encima de los que rodean al resto del mundo. Tal vez todo eso ayude a una pronta maduración en el ejercicio de un poder tan absoluto como temible. (www.liliaarellano.com) ([email protected])

 

QMex/la

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