Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
El versátil Porfirio Muñoz Ledo hizo de la refundación un tema de posicionamiento personal. En otro momento, el actual senador, Manlio Fabio Beltrones, insistió en que el país requiere un proceso de cirugía mayor que incluye reformas estructurales y la implícita refundación de la Nación (para poder usar la mayúscula).
Enseñoreadas la impunidad y la corrupción en el sistema político mexicano, por supuesto que es deseable un cambio de conductas y actitudes que busquen mejorar la convivencia, garantizar seguridad y progreso a los habitantes del país. Ese sería el propósito u objetivo de una refundación.
Ahora fue el presidente Felipe Calderón, quien advierte la conveniencia de ir a fondo en la transformación política y trascender la sola reforma del Código Federal de Procedimientos Electorales que terminó por afianzar el sistema de partidos y tolerar todo tipo de trafiques con los procedimientos de campañas político-electorales.
Es un hecho que la democracia quedó atrapada en las elecciones y que éstas, con sus campañas políticas previas, en un mecanismo de beneficios económicos detentados por unos cuantos. Es decir, el reflejo fiel de lo que le ocurre al país. La democracia, como está, “hace agua”.
El presidente Calderón opinó que las condiciones del actual proceso electoral fueron mucho más cómodas que las de 2006, por la diferencia de votos, pero planteó la posibilidad de revisar el marco jurídico para establecer una segunda vuelta en votación presidencial. Da por hecho la compra de votos y comentó que, aunque no es un tema que haga cambiar los resultados, sí debe revisarse porque es una práctica inaceptable. En todo caso, abundó, el esquema electoral no debe dejar lugar a ninguna duda y por eso hay muchas partes del proceso que pueden y deben revisarse.
Concluido el proceso por el IFE y el TRIFE, en los próximos meses “no habrá abandono de autoridad”, ya que se entregará el poder al próximo mandatario en forma tersa y con la máxima estabilidad política, económica y social. “Yo sí saqué a las tepocatas y las alimañas”, afirmó, al referirse a su estrategia para limpiar las instituciones públicas.
El escándalo del manejo del voto, denuncia impulsada por el PRD, ya logró que el jefe del ejecutivo se involucre en el tema. El propio Andrés Manuel López Obrador, denunció que en la elección hubo compra de al menos cinco millones de votos por el PRI, cuyas pruebas posee por lo que el resultado es inaceptable, denuncia que se resolverá el Poder Judicial de la Federación.
“Tenemos las pruebas de que al menos se compraron cinco millones de votos por lo cual no podemos aceptar los resultados. Hoy tengo el compromiso con los ciudadanos que están haciendo un análisis en redes sociales y me están dando los resultados que ellos han recopilado desde la noche del 1 de julio”, expuso.
Hay acuerdo de que la democracia y el proceso electoral producen insatisfacción y muestran esa faceta –que a nadie gusta reconocer– la corrupción, la manipulación abierta, el engaño, la trampa. Por eso se requiere algo más que reformas legales, se necesitan cambios de comportamiento basados en una ética diferente. Tiene razón el presidente Calderón, la elección es legal, pero el comportamiento de los partidos políticos cae en la inmoralidad cuando de una forma u otra se copta, se presiona, se compra la voluntad de los ciudadanos. Es más que un cambio de marco jurídico, es la refundación del país y esa, ni duda cabe, urge.