Navidad y tinieblas
¿Qué los programas clientelares del gobierno capitalino no constituyen una compra de votos? La enorme cantidad de dinero público que usa el gobierno del Distrito Federal para quedar bien con los diversos grupos que representan su base más sólida de apoyo es una política sistemática de compra de votos.
Ello por los visto no importa, como tampoco parece importar que muchos de los perredistas que protestan la elección, como el siniestro jefe de campaña de López Obrador, Ricardo Monreal, sean expertos en todo tipo de fraudes electorales y muy posiblemente sean los responsables de haber sembrado las famosas tarjetas de Soriana con las que supuestamente el PRI compró votos.
Por lo pronto tanto el PRI como el Grupo Soriana están demandando a Monreal por difamación, lo que seguramente tampoco importará pues de lo que se trata es de deslegitimar la elección de Enrique Peña Nieto de cualquier manera, cosa que lamentablemente han conseguido el algunos medios de comunicación.
Mi estimado colega de American University Robert Pastor, experto en elecciones mexicanos, de las que ha sido observador desde 1986, escribió en CNN.com en días pasados:
“De hecho, el sistema electoral mexicano es mucho más justo, profesional independiente y apartidista que el sistema (electoral) de Estados Unidos en todos los ocho criterios para evaluar la administración de elecciones: 1. Una administración electoral profesional y apartidista en el IFE; 2. Registro e identificación de los votantes; 3. Ciudadanos (aleatoriamente seleccionados) a cargo de las casillas; 4. Financiamiento de las campañas; 5. Acceso equitativo a los medios (de comunicación); 6. Neutralizar a las autoridades (federales en turno de toda intervención en el proceso); 7. (Mecanismo para) arbitrar disputas; 8. Aceptar observadores internacionales.
Pastor concluye que Estados Unidos haría muy bien en copiar el sistema electoral mexicano pues en cada uno de los criterios enumerados, que él considera como resueltos en las leyes e instituciones electorales de México, expone las terribles deficiencias en su país, empezando porque ni siquiera hay la necesidad de que se identifiquen los votantes.
Pastor circuló su artículo entre colegas de la universidad pero como el Washington Post se hizo eco de las denuncias de fraude fabricadas por López y sus secuaces, de inmediato varios le enviaron correos a Pastor, dando por hecho que el fraude había ocurrido y descalificando el proceso.
López ahora reclama que su protesta está estrictamente dentro de lo previsto por la ley, a diferencia de hace seis años cuando “mandó al diablos a las instituciones,” pero la pregunta es si reconocerá el resultado de la elección cuando se le entregue a Peña Nieto su constancia de mayoría.
La respuesta es que obviamente que no lo hará, y esa es la razón de haber creado su movimiento “estudiantil” que ahora marcha de la mano de los jenízaros del Sindicato Mexicano de Electricistas y la fauna que siempre sale a armar alboroto alrededor del demagogo tabasqueño, y que ya decidieron “desconocer” al gobierno de Peña Nieto.
El daño al prestigio de nuestra elección ya está hecho por lo que Presidente Electo debe tomar la iniciativa en temas substantivos, empezar a delinear con mayor detenimiento las reformas que quiere proponer e iniciar los necesarios contactos con los panistas para planear una estrategia común.
Se puede inclusive pensar, como lo propuso el gran caricaturista-filósofo Paco Calderón el día de hoy, en aprovechar un período extraordinario del Congreso que se puede convocar de inmediato, y lograr pasar en la presente legislatura las reformas fundamentales pendientes.
Hay que recordar que esto fue lo que logró Carlos Salinas en 1988 cuando el PRD también protestó la elección –aunque su entonces candidato Cuauhtémoc Cárdenas nunca hizo las locuras de López- y junto con Diego Fernández de Cevallos lograron la aprobación de reformas muy positivas.
Como hizo Salinas también, lo mejor que puede hacer el Presidente Electo con los rijosos perredistas y sus aliados es “ni verlos ni oírlos” aunque para variar, los sufridos habitantes de la ciudad de México habrán de pagar los platos rotos con las continuas y violentas manifestaciones que se vienen.
QMex/jsm