Descomplicado
En las redes sociales hay mesura de quienes votaron por Enrique Peña Nieto y que, en respuesta al movimiento #Yo soy 132, declaran que no son 132 pero igual tienen derecho a defender su voto, incluso con movilizaciones.
“Desde mañana voy y me planto en el Zócalo con mi letrero de #No soy 132 y exijo respeto a mi voto. Total, si quienes me pendejean por haber votado por Peña Nieto dicen que defienden su voto, pues invito a quienes no son 132 a que se planten en el Zócalo y exijan respeto a su voto”, me dice mi colega Arturo Rafael Pansza Sáenz.
En efecto, cada quien tiene derecho, tenemos derecho, a defender lo que pensamos y cómo procedemos en ejercicio de nuestras libertades ciudadanas. Pero nadie tiene derecho a descalificarnos impunemente con amplias dosis de odio y fundamentalismo por pensar diferente.
No se trata de bordar en escenarios a priori y campañas de linchamiento y desprestigio como aquello de considerar a López Obrador un peligro para México, pero tampoco calificar como un ladrón y mentiroso a Peña Nieto y referirse peyorativamente a Josefina Vázquez Mota.
Y si los conductores de televisión y comentaristas en la radio obedecen a una línea financiada por el PRI, los de enfrente saben que este es el juego que todos jugamos y que cada quien hace de sus dineros lo que quiere y utiliza sus relaciones como le dicta su estrategia. El elector mexicano está cada día más politizado, ya no le dan atole con el dedo.
Lo demás implica ver en blanco y negro el escenario, dividir a la sociedad en buenos y malos, honestos y corruptos, pobres y ricos, inteligentes y pendejos.
Alguna vez el entonces procurador General de la República, el panista Fernando Antonio Lozano Gracia, me acusó de servir a intereses oscuros por el hecho de publicar sus pillerías en esa dependencia, junto con Pablo Chapa Bezanilla, porque usó recursos públicos para corromper y comprar conciencias, fabricar testigos y hundir en prisión a Othón Cortés Vázquez.
Mi obligación, le respondí públicamente, palabras más, palabras menos, es informar, publicar evidencias de corrupción que tengo documentadas, hacer lo contrario implicaría complicidad e incurriría en la comisión de un delito. Y le pregunté: ¿Usted dice, abogado Lozano Gracia, de qué lado de la ley me pongo?
Guardadas las distancias, así ocurre en este proceso postelectoral donde los malos resultamos quienes pensamos diferente a López Obrador y sus simpatizantes y que criticamos, no descalificamos, a esa tozuda postura de descalificar e insultar.
Porque, mire usted, los simpatizantes de López Obrador y militantes del PRD, el PT y Movimiento Ciudadano llevan seis años en la exigencia del respeto a su voto. Hoy, conocido el cómputo distrital, incluso con la apertura de paquetes de la mitad de las casillas instaladas en todo el país el domingo último, retoman la letanía del voto por voto y casilla por casilla, pero de todos los 300 distritos.
Desde el PRI le responden: adelante, abramos todos los paquetes. Pero en los espacios de Andrés Manuel, y él en lo personal, se niegan a aceptar que perdieron en las urnas y pretenden presionar con movilizaciones callejeras y descalificando a consejeros y magistrados electorales y a los reporteros en general, amén de insultar a quienes votaron diferente a ellos, con la peregrina idea de que la elección será anulada.
Sin duda alguna están en su derecho de demandar ese procedimiento previsto en la ley electoral, aunque casualmente olvidan o no les explican o no quieren explicarles que para que ello prospere es imperativo, legalmente, cubrir las causales, entre ellas que la diferencia entre el primero y el segundo lugar sea menor a un dígito.
Temeraria postura la de dividir a la sociedad. ¿Cómo califico a los que me descalifican? #No soy 132, declaran ciudadanos en pláticas informales, pero no llaman a la insurrección ni a combatir contra los simpatizantes de López Obrador, respetan a quienes no piensan como ellos.
Sembrar odio y generar desconfianza no es el mejor condimento que un auténtico líder social recomienda. #No soy 132, ¡respeten mi voto! Alguna vez me dijo mi padre: “Si te dicen pendejo no te molestes. Si es cierto, te dicen la verdad; si no lo eres, te dicen una gran mentira”. Entonces, Andrés Manuel, ¿de qué lado de la línea me instalo? Digo.
QMex/msl