Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
Para nadie es un secreto que hoy por hoy, la segunda fuerza electoral del país no está constituido tanto por la “alianza progresista”, sino por Andrés Manuel López Obrador, que la conjuntó gracias a su carisma y una fuerza política ahora reflejada en su “Movimiento de Renovación Nacional” (Morena).
Para nadie es un secreto tampoco que la mayoría de los senadores y diputados plurinominales logrados tanto por el Partido del Trabajo como el Movimiento Ciudadano son en realidad nombramientos de López Obrador.
Pero también, es evidente -y así se vio en su momento- que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) llegó a esa coalición con enormes renuencias y resistencias. A rastras si se quiere. Después de todo, el PRD se considera como el legítimo movimiento de izquierda del país y por tanto no como seguidor de un líder sino como el aval del líder, pero eso no ocurre en el caso actual.
Y ahí está el problema. Al margen de lo que suceda en el recuento -aunque lo mas probable es que se sostenga el triunfo de Enrique Peña Nieto-, sería lógico pensar que López Obrador tratará de crear un partido progresista con “Morena” como núcleo y aprovechando los recursos y el registro del PT y quizás del Movimiento Ciudadano.
Es importante recordar que en alguna medida, la alianza con López Obrador permitió a ambos grupos mantener un registro legal -con su correspondiente acceso a fondos y otros recursos de ley- que tal vez no habrían logrado de forma independiente.
La pregunta es cual será la posición del PRD, que sería el grupo con mas que perder en tal reorganización. Probablemente habría una escisión, y sería viable pensar que una buena parte se quedaría con las opciones modernistas del movimiento progresista: Marcelo Ebrard y Miguel Mancera, el recién electo Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Cierto que el liderazgo de López Obrador parece una aplanadora, al menos entre sus seguidores.
¿Se sumará el PRD? Está en lo posible, aunque es de dudarse. Es viable considerar que tiene divergencias con las otras formaciones tanto en lo ideológico como en lo táctico y sobre todo, permanecer como grupo independiente le permitirá mantener estructuras, prebendas y recursos.
Al mismo tiempo, habría que considerar que tipo de liderazgo ejercería López Obrador.
Hoy por hoy, gran parte del edificio del movimiento progresista, que no de izquierda, descansa sobre sus hombros y su carisma y puede afirmarse que él, no la coalición que lo sigue, es la segunda fuerza política del país.
Y como decía Cantinflas, “ahí está el detalle”. ¿Que tipo de partido va a crear, si es que lo forma? ¿Como será su estructura? ¿Cómo va a convencer, o a obligar, a que lo acate el resto de lo que es hoy un movimiento con millares de cabezas y membretes? ¿Qué ideario va a seguir y bajo que reglas se va a gobernar?
Preguntas, preguntas… interesantes pero de momento, preguntas.
QMex/jcf