De norte a sur
Dar rumbo cierto a México requiere de una actitud distinta a la mostrada por los candidatos hasta hoy. Denostar lleva a la dictadura, para evitarlo urge iniciar la transición
Los 132 y sus azuzadores orinan fuera de la bacinica: aparentan no tener idea de lo que quieren, pero saben inducirlo. Plantean la necesidad de un juicio político al presidente de la República, a EPN y a Elba Esther Gordillo, lo que sólo procede en el caso del primero, pues los otros dos no reúnen los requisitos señalados en los artículos 74, 110 y 111 constitucionales.
Si tan seguros están de lo que piden y creen necesitar para democratizar al país, que reúnan pruebas, se presenten ante la PGR para fundamentar su rencor, su descontento, para obtener el desagravio que requieren para abrirse camino en el mundo. Descalificar sin elementos para hacerlo, los convierte en cómplices de lo que más dicen odiar, los hace intolerantes, abre la puerta al establecimiento de una dictadura peor que las totalitarias del siglo pasado, más funesta que las dirigidas por militares. Me refiero a la impuesta por los mercados de valores, esas entidades sin rostro que determinan la pobreza de muchas generaciones en el mundo.
Maruja Torres, en El País del jueves 31 de mayo, describe a víctimas y victimarios con agudeza: “Si esto es un naufragio, los hay que flotan sobre nosotros en yate o jet privado. Se nos está informando minuto a minuto acerca de la espectacularidad de la caída y de la profundidad a la que llegaremos, pero carecemos de datos sobre quienes la propiciaron en su provecho. Si esto es un naufragio, no debemos olvidar —ni perdonar— que quienes ahora nos ahogamos lo hacemos para asegurar el bienestar de ese pequeño porcentaje de traficantes que se están apoderando de la mayor parte de la riqueza del mundo. A cambio de hundirnos, la Banda Internacional de los Ejecutantes se ha hecho con los sueldazos, las indemnizaciones, los bonos, los intereses, el capital y los calzoncillos”.
Si EPN desea conservar su ventaja e incluso acrecentarla, debe consolidar su discurso y poner oídos sordos a la denuncia para, con acciones definitivas y propuestas fácilmente verificables, dar los primeros pasos en la transición. Sobre el tema, el senador Manlio Fabio Beltrones observa:
“El PRI está obligado a encabezar una agenda de cambio cuyo fin último sea incrementar el bienestar de los mexicanos y regresarles el orgullo, la autoestima, la confianza y la paz social… Tenemos frente a nosotros el reto de restituir al Estado lo que le pertenece: su funcionalidad en un entorno democrático que facilite el encuentro de una sociedad plural y diversa como la nuestra, que deje claras las prioridades nacionales por encima de los desencuentros… La experiencia internacional nos enseña que los partidos dominantes que pierden el poder y no modifican sus características como partidos de masas y amplia militancia corporativa, tienden a declinar como fuerzas políticas…”
El cambio, entonces, se inicia con una nueva actitud, puesto que gobernar México hoy no es un viaje de placer, pero tampoco una cámara de horrores como lo han convertido durante este gobierno, que determinó gestionar un camposanto en lugar de administrar la vida.
No se necesita descalificar, sí reconciliar y proponer, porque si no inician la transición, la realidad, la implacable realidad impondrá la dictadura para evitar el desorden. Estemos conscientes que sólo se logra al propiciar el caos.