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COAHUAYANA, Mich., 29 de marzo de 2014.- El gozo se fue al pozo para habitantes de las localidades de Santa María Miramar y de El Saucito, los que estaban contentos porque después de muchos años de solicitarla, por fin los gobiernos federal, estatal y municipal decidieron pavimentar el camino que una a estas poblaciones con la comunidad de Achotán, pero lo que nunca esperaron fue que la obra se realizará sin un estudio de impacto ambiental.
Ahora en aras de la ampliación de la futura carretera, los constructores han causado un daño irremediable a la selva coahuayanense y afectado la zona de mantos freáticos que abastece a los nacimientos de agua de ésta zona famosa precisamente por sus fuentes brotantes de abundante líquido puro y cristalino que recién comenzaron a extinguirse por esta causa.
Lo anterior fue denunciado por el colectivo ambientalista Guardianes del Cerro de La Ahuja, quienes demandan una urgente intervención de la Profepa y de la Procuraduría Estatal del Medio Ambiente para detener, sancionar y remediar en lo posible el daño causado a la flora y fauna de la selva del municipio de Coahuayana, y al Río de El Saucito que está recibiendo grandes cantidades de tierra y árboles derribados como producto de los trabajos realizados.
El ecocidio está siendo cometido en la obra de colocación de asfalto en el camino Santa María Miramar–Achotán, y la demanda de atender la afectación a la selva coahuayanense es también para las dependencias federales, estatales y municipales responsables de la obra.