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CIUDAD DE MÉXICO, 25 de abril de 2014.- La canonización del beato Juan Pablo II es vista como una estrategia del papa Francisco para mantener el fervor exacerbado que se tiene por Karol Wojtyla, en el momento en que salen a la luz las sombras de su pontificado, donde se registro el mayor número de casos de pederastia clerical, afirmaron teólogos, académicos y víctimas de abusos sexuales integrantes del Observatorio Eclesial, informó el diario Milenio.
También señalaron que es una santificación mediática, con tintes políticos y de marketing para que se incremente el número de creyentes.
En conferencia de prensa, el teólogo jesuita José Marroquín, el ex legionario José Barba, el escritor Carlos Fazio y la teóloga Maricarmen Montes, dieron a conocer el pronunciamiento por el que consideran que Juan Pablo II no debería ser canonizado.
Aunque la «canonización es inminente e inevitable, es nuestra responsabilidad advertir a las millones de personas que hoy se alistan para enaltecer a Juan Pablo II sobre la tremenda injusticia que entraña esta apresurada canonización», resaltaron.
Consideraron que la canonización es un acto político más que religioso, es su oposición, porque «combatió la libertad de pensamiento y enseñanza silenciando o excomulgando a más de 500 teólogos en el mundo; atacó sin conocer la Teología de la Liberación; negó la dignidad de las mujeres en la Iglesia; su silencio ante las dictaduras militares latinoamericanas le costó la vida a innumerables cristianos».
Recordaron que también, apoyó y protegió a Marcial Maciel fundador de los Legionarios de Cristo y está en entredicho su participación en el encubrimiento a innumerables sacerdotes pederastas.
El hecho de que el Vaticano «le ha lavado las manos a Juan Pablo II, negando en todo momento que tuviera conocimientos de los
casos de pederastia o sobre los abusos de Maciel, resulta poco creíble, toda vez que desde la curia romana hubo disposiciones canónicas expresas de protección a los curas abusadores que no pudieron ser decretadas sin el consentimiento del Papa».
Señalaron que Juan XXIII abrió las ventanas del catolicismo para que entrara aire fresco con el Concilio Vaticano II, fue «un revolucionario, un hombre religioso, que quería conocer los anhelos, los sueños, las preocupaciones, los dolores de aquéllos millones que le habían sido confiados», por lo que manifestaron que esos pontífices son dos modelos contrapuestos de la Iglesia, que no deberían ser canonizados juntos.
Asimismo, recordaron el pensamiento del teólogo José María Castillo a lo largo de los siglos del cristianismo: «Los intereses de la Iglesia han modificado radicalmente la imagen de la santidad».