Alfa omega
En días pasados los medios de comunicación dieron a conocer la agresión que sufrió un niño de secundaria, golpeado por algunos de sus compañeros, lo cual le provocó la muerte.
La opinión pública ha reaccionado sobre este caso buscando culpables. Sin embargo, el bullying (mejor conocido como hostigamiento escolar) es un fenómeno multifactorial que debe ser analizado y atendido desde todos los frentes posibles: escuela, familia, sociedad, leyes, instituciones, etcétera.
De acuerdo con expertos, las actitudes agresivas en niñas y niños son una forma de expresar sus emociones ante un entorno familiar poco afectivo derivado de la ausencia del padre o la madre, de violencia familiar o de la falta de valores que deberían inculcarse desde el hogar.
El entorno social es otro factor que incide en el bullying, pues la manera en que se relacionan los adultos, los roles que desempeñan y el reconocimiento positivo otorgado en ocasiones a personas violentas, son factores que constituyen un modelo social tendiente a ser imitado por niños y niñas.
El ambiente escolar también puede propiciar el acoso entre los alumnos. Algunos estudios han confirmado que los agresores suelen contar con la admiración de una parte importante de sus compañeros, mientras que a las víctimas se les atribuyen características que agudizan su aislamiento y los convierten en blanco del hostigamiento.
De acuerdo con datos de la UNICEF, no existe a nivel nacional un modelo integral en materia de infancia que prevea, desde la ley, mecanismos que protejan y garanticen el acceso de los niños y niñas a sus plenos derechos.
Sobre este tema surgen muchas preguntas: ¿cuál debe ser el papel de los maestros y padres en estos casos?; ¿cómo adquirir herramientas para detectar o atender el bullying? Una vez que detecten esta situación, ¿a quién la reportan?; ¿qué institución y cómo debe atender este problema?; ¿debe castigarse a los niños que acosan a sus compañeros o cometen actos de violencia en su contra?; ¿quién o quiénes son los culpables de que exista el bullying?
Debe diseñarse un modelo de protección de derechos que contemple la prevención, detección y atención de la violencia escolar; que capacite a los profesores para detectar estos casos y genere un protocolo que vincule a las instituciones encargadas de atender cada asunto, de manera particular, desde el momento en que tienen conocimiento de un asunto, que además enseñe a los padres la importancia de inculcar en sus hijos valores humanos que propicien la sana convivencia social; obligar a las instituciones, como el DIF, a atender psicológicamente tanto a los agresores como a las víctimas; que prevea claramente en las leyes las responsabilidades que cada persona tiene en este asunto y que genere las condiciones para erradicar lo que hoy día se está convirtiendo en una práctica social recurrente.
Sin duda, todos somos corresponsables y tenemos algo que aportar a favor de este tema. Ante lo grave de este fenómeno, dejemos de buscar culpables y sumemos esfuerzos por crear soluciones que garanticen el pleno desarrollo de nuestros hijos e hijas.