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MADRID, España, 2 de junio de 2014.- En un mensaje televisivo dirigido al pueblo de España, el rey Juan Carlos de Borbón –quien condujo a este país de la dictadura a la democracia– anunció este lunes la abdicación de la corona a su hijo Felipe de Borbón, quien encarna –dijo– la estabilidad y se encuentra en inmejorables condiciones de asegurarla.
«El príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza, en la que se combinen la experiencia adquirida y el impuso de una nueva generación», aseguró en su anuncio, difundido por varios medios de comunicación.
Felipe de Borbón, de 46 años y todavía príncipe de Asturias, será el próximo monarca y reinará como Felipe VI junto a su esposa Letizia Ortiz. El presidente de España, Mariano Rajoy, anunció esta mañana durante una declaración institucional en el Palacio de la Moncloa que el rey Juan Carlos de Borbón había decidido abdicar el trono a su hijo, el príncipe Felipe y convocó a un Consejo de Ministros extraordinario el martes para abordar la sucesión
En su mensaje televisivo, el rey explicó que la crisis económica de España dejó cicatrices en el tejido social, pero también «nos está señalado un camino al futuro cargado de esperanza», por lo que una nueva generación reclama, «con justa causa, el papel protagonista».
«Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad. Y como contrapeso también han reavivado la conciencia orgullosa de lo que hemos sabido y sabemos hacer y lo que hemos sido y somos: una gran nación. Todo ello ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor», aseguró el rey.
Agradeció al pueblo español y a las personas que encarnaron los poderes e instituciones del Estado durante su reinado y a la reina Sofía, cuyo apoyo «no me ha faltado nunca».
La renuncia se produce en un momento complicado para España y para la monarquía, afectada por el escándalo de corrupción que implica a la hija del rey, la infanta Cristina y al esposo de ésta. El rey condujo la transición a la democracia en España tras la muerte del generalísimo Francisco Franco, en 1975 y su papel como defensor de la democracia fue decisivo al detener la intentona militar golpista, en 23 de febrero de 1981.