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CHILPANCINGO, Gro., 07 de junio de 2014.- Seis meses, dos periodistas asesinados en Guerrero. Dos casos impunes.
El jueves 23 de enero Miguel Ángel Guzmán Garduño, articulista del periódico Vértice, fue abordado por varios hombres al llegar a su casa, en Chilpancingo.
Después se le encontró muerto y a la fecha no existe ningún avance en las investigaciones para esclarecer su caso.
Los crímenes no quedaron ahí. El jueves 29 de mayo un grupo de hombres armados privó de su libertad al periodista Jorge Torres Palacios en Acapulco.
Era de tarde cuando él llegaba a su casa, cerca de las 19:40 horas. Aún había luz de día.
Jorge abría la puerta de su hogar cuando 12 personas lo atacaron por la espalda, lo amordazaron, lo maniataron y se lo llevaron, según relataron los testigos.
Nadie supo más de él, hasta el 02 de junio, cuando las autoridades encontraron su cuerpo sin vida, enterrado en una fosa clandestina.
Las cifras
Artículo 19, una organización independiente cuyo objetivo es promover el derecho a la libertad de expresión e información en más de 50 países, presentó los resultados de su primer informe trimestral Impunidad y Negligencia Contra la Prensa en México.
La organización independiente indicó que, de enero a marzo de 2014, se registraron en el país 66 agresiones contra la prensa: cinco detenciones arbitrarias, 19 amenazas, 23 agresiones físicas y/o materiales y un asesinato.
El único asesinato que documenta artículo 19 es el de Gregorio Jiménez, un periodista veracruzano que fue privado de su libertad y su cuerpo se encontró sin vida en una fosa clandestina, el 11 de febrero.
Sin embargo, en Guerrero este año suman ya dos asesinatos de periodistas que aún no se reflejan en las estadísticas de Artículo 19.
Otra organización internacional, Reporteros Sin Fronteras (RSF), también lleva un conteo de periodistas asesinados y encarcelados.
De acuerdo al Barómetro de la Libertad de Prensa 2014 de RSF, México registra solamente el asesinato de un periodista, el de Gregorio Jiménez.
Reporteros Sin Fronteras califica a México como uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el oficio periodístico.
“Las amenazas y los asesinatos a manos del crimen organizado, incluso de las autoridades corruptas, son cosa de todos los días. Este clima de miedo, junto con la impunidad que prevalece, genera autocensura, perjudicial para la libertad de información”, indica en su portal web.
RSF reconoce en el país más de 80 periodistas asesinados y 17 desaparecidos en la última década.
La organización también reconoce que ciertos medios de comunicación son blanco frecuente de ataques armados y amenazas por parte de los cárteles de la droga, que tratan de callar a los periodistas que informan sobre las actividades del crimen organizado y la violencia ligada a ellas.
En su edición 2014 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, Reporteros Sin Fronteras colocó a México en el puesto 152, entre 180 países.
Crímenes Impunes
La delegación XVII del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP), con sede en Chilpancingo, Guerrero, documenta más casos de asesinatos de periodistas.
Un caso es el de Marco Antonio López Ortíz, jefe de información de Novedades Acapulco, quien fue plagiado por personas armadas la noche del 6 de junio de 2011, sin que a la fecha se tenga información de su paradero.
También está el caso de Leodegario Aguilera Lucas, director de la revista Mundo Político, desaparecido desde el 22 de mayo de 2004.
Con el de Torres Palacios, suman ya 13 casos de periodistas desaparecidos y/o asesinados en Guerrero.
En todos los casos impera la impunidad. No hay ningún detenido.
De acuerdo a Reporteros Sin Fronteras, la impunidad es la regla en la inmensa mayoría de los casos de asesinato y desapariciones de periodistas.
Entre las causas de esta impunidad, la organización indica que las investigaciones se cierran de prisa o se frenan por la lentitud burocrática.
Esta impunidad también se explica por la colusión entre el crimen organizado y las autoridades políticas y administrativas de todos los niveles.
Reporteros Sin Fronteras documentó numerosos casos de periodistas exiliados por el clima de violencia y las amenazas que enfrentan ellos y sus familias.
En el plano jurídico, en febrero de 2006 se creó la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión.
Desde entonces, su trabajo sólo ha dado como resultado una condena.
En 2012 el Senado de la República aprobó una reforma constitucional que permitía a las autoridades federales atraer bajo su jurisdicción los crímenes y delitos que atentan contra la libertad de informar o el ejercicio del periodismo.
Esta reforma permitió la creación del Mecanismo para la Protección de Periodistas y de defensores de los derechos humanos, que sigue siendo criticado por sus deficiencias.
Periodismo en Guerrero
En Guerrero, el reportero vive a tres fuegos: el gobierno, la delincuencia y las revueltas sociales que muchas veces lanzan su furia contra el periodista.
“Es complicado, es lamentable, pero para hacer periodismo en Guerrero, como en muchas partes del país, tienes que sacrificar algo más que tu posición económica, tu estabilidad emocional… tienes que sacrificar a veces la vida misma”, comentó en entrevista Rogelio Agustín Esteban, corresponsal de Milenio.
A lo largo de casi 20 años de oficio periodístico, Agustín Esteban fue testigo y documentó el movimiento social en sus diferentes aristas, el movimiento indigenista, el magisterial, el estudiantil, el normalismo rural, el nacimiento de la Universidad Autónoma de Guerrero, el recrudecimiento de la violencia y la inseguridad por el crimen organizado y posteriormente el surgimiento de grupos de autodefensa.
“No podemos amedrentarnos, no tenemos derecho, ¿con qué calidad moral le vamos a decir al colectivo que vamos a dejar de difundir información?, cuando los maestros, los campesinos, los obreros, los mineros, los médicos, todos son víctimas de esos flagelos a los que estamos cuestionando. Por eso debemos de seguir difundiendo”, sostiene el reportero que en 2011 ganó el Premio Internacional de Periodismo Proceso, con el reportaje Carrizalillo: infierno a cielo abierto.
En un estado donde a diario hay ejecuciones, balaceras, injusticias, abuso de poder. Una entidad en la que impera la pobreza y la desigualdad social, la labor periodística se complica.
Sin embargo, de acuerdo a Agustín Esteban, Guerrero tiene una particularidad: mientras en otros estados la prensa escribe sobre la delincuencia organizada, aquí se redactan las historias sobre los pueblos que se organizan para combatirla.
Reconoce que, aun en las filas del crimen, hay víctimas.
“Detrás de los grupos delictivos también hay gente, hay víctimas, hay personas que buscan una forma de generar un recurso para darle estabilidad a su familia. Hay mucha desesperación social y quienes están muriendo son los de abajo… las élites están casi intactas, siguen siendo intocables”, sostiene el reportero.
-¿Cómo sobrevive un reportero en un estado tan difícil, tan complicado como Guerrero?, se le pregunta.
“La palabra clave es prudencia. Hay que medir bien tus dimensiones y sobre todo saber hasta qué punto eres socialmente útil, hasta qué momento la información que difundes es buena para que la sociedad genere conciencia y tenga herramientas para tomar decisiones. Yo hasta el momento no he tenido ni una sola llamada telefónica, ni un acto de presión por parte de la delincuencia, ni del gobierno, ni de los personajes que en algún momento han estado como centro de la información que se ha manejado. Lo mismo me ha tocado ventilar casos de los magistrados, ridiculizar a alguno que otro diputado cuando asume poses don juanescas con gente que no debe, cubrir movimientos subversivos”, responde