Cae El Cholo Palacios, presunto jefe de plaza de Guerreros Unidos
MÉXICO, DF., 10 de junio de 2014.- La protesta del Congreso Popular a las afueras de Televisa fue una metáfora para ilustrar la situación actual de México, a decir de sus organizadores: un país donde los poderes públicos han sido sustituidos por los intereses económicos de grandes grupos empresariales.
–Aquí estamos, a las puertas de una empresa que representa los intereses más oscuros, que nos quiere robar y censurar a todos nosotros. Es un lugar muy simbólico.No tiene ningún sentido ir hoy a Los Pinos, donde tendría que ser la sede del poder público, pero es un cascarón vacío. Enrique Peña Nieto no gobierna este país, sino los poderes fácticos, cuya cara más evidente y clara es esta empresa donde estamos protestando, diría John Ackerman, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, durante el inicio formal de la protesta.
Poco menos de mil manifestantes escuchaban con atención las palabras del jurista, uno de los principales organizadores de la manifestación.
Ahí estaban estudiantes, jubilados, académicos, así como adherentes del Movimiento de Regeneración Nacional y diversas organizaciones civiles, todos reunidos para en las inmediaciones de la televisora para protestar contra las reformas estructurales impulsadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto.Ackerman aprovechó para reiterar las cuatro exigencias del movimiento: debate de las reformas, derecho a una consulta ciudadana por la reforma energética, libertad para los presos políticos y esclarecimiento a los crímenes cometidos contra periodistas y activistas y, finalmente, transparencia en los acuerdos entre el gobierno de México y Estados Unidos. Peticiones “mínimas” para mitigar el enojo de la gente, afirmaba el jurista, ante “el mito de la transición democrática”.
Algunas pelotas de futbol despuntaban de entre la multitud. Algunos metros lejos del templete, un grupo de jóvenes aprovechaba la protesta para jugar una cascarita. Un carril confinado para el Metrobús fue convertido en cancha de futbol con gises de colores y un par de desvencijadas porterías de metal, amarradas con cinta adhesiva. «No te pierdas el mundial por Televisa Deportes», rezaba un anuncio espectacular incrustado en la fachada de la televisora. Los jóvenes reviraban diciendo que los poderes fácticos “no podían jugar con el país”Un deja vú de aquel 2012, cuando los estudiantes del movimiento #YoSoy132 cercaron las instalaciones de Televisa al inicio de los Juegos Olímpicos de Londres para manifestar su descontento contra el gobierno.
Muchos de aquellos jóvenes se reencontraban ahí una vez más.El escritor Fabrizio Mejía Madrid confirmaba la hipótesis al considerar que muchos de los jóvenes que participaron en el movimiento estudiantil siguen involucrados en la protesta social. “Ahora me los encuentro en todos lados”, reconocería.Los ecos de indignación que resonaron fuera de la televisora no eran los únicos.
Ahí estaba el poeta Javier Sicilia, repartiendo besos, portando su emblemático sombrero y el cigarrillo desgastado en la punta de los dedos. El integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad consideró necesario que la sociedad civil deje atrás sus diferencias para detener la “barbarie” de las reformas.Tras responder a las preguntas de la prensa, una señora aborda al poeta: «señor, acaban de matar a mi sobrino de 21 años y queremos unirnos a su movimiento.”
Las víctimas de la guerra siguen apareciendo de todos lados. Quizá por eso, una vez sobre el estrado, Sicilia afirmaría que «las reformas son la parte legal del crimen», y por lo tanto, «detener las reformas estructurales es detener la violencia».
Lo mismo señalaría Alejandro Álvarez, integrante del Comité 68, al cuestionar la manera en que un gobierno que llegó a la presidencia de la República a través de sondeos de opinión se niegue a realizar una consulta ciudadana para aprobar las reformas.“Qué raro que ahora no nos inunden con resultados de encuestas que le den la razón al gobierno. ¿A qué le temen? Le temen a mostrarse como lo que son: una minoría entreguista, depredadora, individualista, ambiciosa y contraria a los intereses del pueblo mexicano”, diría el veterano activista.
El actor Daniel Giménez Cacho, líder del movimiento civil El grito más fuerte, mandaría un mensaje a sus compañeros desde un set de filmación para disculparse por no poder asistir al evento. El cielo comenzaba a cerrarse. Las primeras gotas de lluvia dispersaban a la multitud. El polémico Gerardo Fernández Noroña tomaría la palabra. El exdiputado del PT cuestionó con ironía el silencio de Televisa a la hora de reportar los crímenes en contra de activistas en Tamaulipas y otras regiones del país.
“Y Televisa no dice nada”, afirmaría Noroña.