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MÉXICO, DF, 12 de junio de 2014.- La extracción de petróleo y gas mediante el método de fracturación hidráulica –fracking, como se le conoce en inglés– está siendo proscrita en la industria por los riesgos ambientales que implica inyectar en la tierra dosis masivas de agua, químicos y arena para fracturar las rocas del subsuelo y liberar el combustible fósil, señala el portal digital de la prestigiada revista estadounidense Forbes.
Sin embargo, “el gobierno de México, que suprimió en gran parte el debate nacional sobre una reforma altamente impopular que terminará con 75 años de control de la industria petrolera, ha abrazado plenamente la fracturación hidráulica como opción para rescatar su declinante producción petrolera”, destaca Forbes.
Las prohibiciones al desarrollo de esta polémica técnica de extracción petrolera, por otra parte, están a la vuelta de la esquina, pues estados como California, Pennsylvania, Hawaii, Texas, Colorado y muchas otras han prohibido la fracturación como método de extracción en sus territorios.
Apenas “la semana pasada la ciudad de Canandaigua, en el estado de Nueva York, votó por unanimidad para prohibirla definitivamente, luego de que en mayo pasado Santa Cruz se convirtiera en el primer condado en prohibirla definitivamente. Además, en noviembre Colorado podría convertirse en el primer estado en someter el problema al electorado, adelanta Forbes.
Sin embargo, la decisión mexicana parece explicarse con los informes de la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés).
“México cuenta con las sextas reservas mundiales de gas de esquisto que, se estima, ascienden a 545 trillones de pies cúbicos. Además, se cree que la formación de esquisto de Eagle Ford, que se ubica en el sur de Texas, se extiende cientos de kilómetros por territorio mexicano hasta el punto que se conoce como Cuenca de Burgos”, destaca la prestigiada revista estadounidense de negocios.
La riqueza de ese yacimiento en territorio nacional es de proporciones descomunales, sugiere Forbes, pues “mientras en Texas se han abierto más de 5 mil 400 pozos sobre la formación de Eagle Ford, en la parte mexicana conocida como Cuenca de Burgos sólo han sido probados menos de 25 desde 2008. El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha hecho de la explotación a gran escala de las abundantes reservas de gas de esquisto una herramienta clave de la reforma energética que se espera sea aprobada a fines de este mes”.
No obstante, advierte la revista, los costos de la fracturación en México podrían ser particularmente costos por su ubicación geográfica, pues “la fracturación hidráulica a gran escala requiere de varios cientos de millones de litros de agua por pozo, que podrían generar fuertes conflictos con las actividades agrícolas y las necesidades de agua potable en centros urbanos y rurales en un país en el que el 55 por ciento de la población recibe agua potable de manera intermitente”, destaca Forbes.
(El artículo completo en inglés puede ubicarse en www.forbes.com.)