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MÉXICO, DF, 13 de junio de 2014.- La casualidad y el enojo son los responsables de que Salvador Gallardo dedicara más de tres décadas de su vida al «arte utilitario». Dueño de una refaccionaria en el barrio de Tepito, don Chava -como lo conocen sus amigos- ha logrado reunir en 30 años miles de piezas con las que ha construido sillas, mesas y sillones que han sido objeto de estudio de periodistas, sociólogos, documentalistas y antropólogos.
En entrevista con Quadratín México, don Chava rememora sobre las razones para diseñar y construir muebles a partir de partes automotrices en desuso, que no chatarra, «por respeto a los ingenieros que pusieron su inteligencia en el diseño de esas piezas, no le llamo chatarra».
Luego de un matrimonio fallido, la ex esposa de don Chava «se llevó todos los muebles y me dejó sin nada. De puro coraje, decidí que haría unos muebles tan pesados que no se los pudiera llevar nadie», confiesa.
Por aquel entonces, uno de sus sobrinos, profesional de la soldadura, se quedó sin trabajo y le pidió «chamba». Entonces comenzaron a diseñar muebles (sillas, mesas, cabeceras, sillones) y a soldarlos. «Hacer una soldadura profesional no es fácil», asegura.
La silla en la que esta reportera está sentada fue hecha con el material de cuatro carros, que llevó años reunir, de ahí el alto valor de esas piezas, que se cotizan hasta en 6 mil 500 pesos. Un comedor completo, por ejemplo, cuesta alrededor de 30 mil pesos.
Don Chava dice que le debe su fama a la periodista Cristina Pacheco, quien lo entrevistó en 2002 para su programa Aquí nos tocó vivir. Más allá del impacto mediático que ha tenido su trabajo (lo han entrevistado para televisión española, londinense y numerosos medios de comunicación nacionales), él es todo un personaje en Tepito, barrio del que se enamoró desde su niñez, cuando su papá, que era zapatero, lo llevaba a conseguir materia prima.
Hoy tiene sus 69 años, vive feliz con su segunda esposa y su hija, Cecilia Gallardo, a quien «le dio por la cantada» y resultó ganadora del festival Valores Bacardí en 1996.
Entre sus retos, señala que busca hacer muebles «más sofisticados, que incluyan piel, madera y cerámica, barro o vidrio, además del acero de las refacciones».