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MÉXICO, DF, 18 de junio de 2014.- En los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica los equipos locales de futbol dan a los grupos criminales “la capacidad para lavar las ganancias, evadir impuestos y acumular suficiente capital político y social para evitar el escrutinio”, destaca un análisis que publica el portal estadounidense especializado en seguridad In Sight Crime
Estas organizaciones centran sus operaciones criminales en pequeños municipios de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero son traficantes internacionales y los equipos de futbol forman parte de su vasto portafolio económico, pues les proporcionan apoyo local en sus áreas de operación, que utilizan para ampliar sus relaciones comerciales y políticas, y proteger sus intereses legales e ilegales, destaca.
Parte de esta protección viene del hecho de que las fortunas de estas franquicias del fútbol aumentan con el crimen organizado al mando. En Guatemala, por ejemplo, los Jaguares de Heredia, en el departamento (provincia) de Petén -que es propiedad del clan Mendoza, una tristemente célebre familia que ha hecho su fortuna a través del contrabando, el tráfico de drogas y la corrupción del gobierno- ha estado prácticamente invicto desde 2010.
En El Salvador, el club Isidro Metapán, de la ciudad del mismo nombre, ha ganado ocho títulos en los últimos siete años. Su presidente, Wilfredo Guerra Umaña, es el hijo de Juan Umaña Samayoa, alcalde de Metapán. Su socio Adán Salazar, alias «Chepe Diablo», es el jefe del Cartel de Texis, asegún el Ministerio de Seguridad.
Y en Honduras, Real Sociedad de Tocoa, del departamento de Colón, al parecer es propiedad de la familia Rivera Maradiaga, también conocida como los Cachiros. Las autoridades hondureñas y estadounidenses dicen que los Cachiros son uno de los grupos criminales más poderosos en Honduras, moviendo cocaína y otras sustancias ilegales para los grupos criminales más grandes de México.
En El Petén guatemalteco, el alcalde Julián Tesucún gastó cerca de dos millones de dólares en el estadio de los Jaguares, una pequeña fortuna en esa parte del mundo. No se sabe cuánto dinero pusieron los Mendoza para la construcción, pero Tesucún lo bautizó el estadio «Milton Mendoza Oswaldo Mendoza Matta». (Su nombre oficial es el estadio «Julian Tesucún y Tesucún».)
Los equipos de futbol también pueden falsificar contratos con los empleados y los jugadores, dicen los investigadores. Se pueden montar «amistosos» con otros equipos por dinero. Pueden redactar documentos mostrando que los ingresos no existen, ya que hay poca regulación. Y pueden evadir impuestos.
En abril, las autoridades salvadoreñas acusaron a presuntos miembros del Cartel de Texis de evasión de impuestos. Aunque el club Isidro Metapán no fue mencionado como parte de esa investigación, La Prensa Gráfica planteó interrogante acerca de la capacidad de los propietarios para hacer donaciones deducibles de impuestos para el club.
(El reporte completo en http://es.insightcrime.org/analisis/como-buen-equipo-futbol-da-a-criminales-espacio-para-operar.)