El presupuesto es un laberinto
El opio del balompié
Un buen relajamiento para los mexicanos
Pero la economía aún no levantará su vuelo
Si todos los que deben y pueden – la clase política sobre todo – les cumplieran a los mexicanos como lo hizo este lunes el Tri, que sorpresivamente goleó a los croatas, otro gallo le cantaría a esta sociedad. Habría pleno empleo, que es el objetivo primordial de toda economía, condición para que haya consumo y para que el capital se abulte.
Pero nadie da lo que no tiene, o qué queríamos por un tostón, como dicen en mi terruño. Por cualquier razón, por la que sea, los mexicanos sólo han vivido y vivirán de puras promesas y puras vergüenzas. O de futbol. La economía, al «ai se va». Y qué más da. Le «ganamos» a Croacia.
«Los mexicanos» se refiere a los millones que integran la clase trabajadora, y que no ven la suya desde hace muchísimos sexenios. Y que aún no tienen en la cartera el dinero que les prometieron hace dos años.
Gozo por el triunfo de la selección nacional. Desahogo colectivo. Felicidad (?), alegría desbordada. Una cancha de futbol convertida en altar, en eucaristía, en comunión. Un ritual religioso.
Pero el gozo es pasajero. Es como el placer de los enamorados. Momentáneo: Expectativas, dudas, triunfo, desfogue, celebración y punto.
La vuelta a la realidad es la más dura. Todo termina en la cancha, en la pantalla plana, en el viejo televisor, o en las plazas públicas de las ciudades, la glorieta del Ángel o de la Minerva convertidas en catedrales para dar gracias a un dios creado por los teólogos de la mediática.
Y el retorno a la realidad, porque la por la mañana la cruda es canija. Millones tendrán que buscar, a contrapelo del poder económico y político, a contrapelo de la pobreza, casa, vestido, sustento, educación, jubilación, pensión, salud, un hospital para morir porque la mayoría de los que entran a un hospital salen de él con los pies por delante.
Mientras tanto, los gurúes de la economía idealizada por el Fondo Monetario, o el Banco Mundial, o los maestros de Chicago, intentando crear expectativas, buenas vibras, esperanzas, cuando las esperanzas se convierten en promesas, y las promesas devienen en vergüenzas.
Lo bueno es que el Tri le metió tres goles a los eslavos balcánicos y le inyectó morfina a millones que olvidan por unas horas la miseria, la pobreza, el empleo mal remunerado, el desempleo, la falta de seguridad social, el futuro incierto, la apretura en la que viven. Mantengan la esperanza de que México sea el primero en el mundo del futbol y de la televisión. Y atraiga las miradas de los grandes millonarios que podrían venir a modernizar a la empresa petrolera y a hacerla productiva.
Pero no todo son buenas noticias, ni goles, ni celebraciones. Lo dijo este lunes José Ángel Gurría Treviño, al término de la inauguración de la Reunión de la Red Parlamentaria Global de la OCDE que él administra: el crecimiento económico de México será de un múltiplo del año pasado. O sea que la economía continuará estancada como estancada está la sangre en una vena o varias en las piernas infartadas de una persona con insuficiencia circulatoria.
El tamaulipeco-parisino – qué rico vivir holgadamente en la ciudad Luz y hablar de economías fallidas – recordó que el año pasado hubo una caída importante del crecimiento en México. Y este año, aunque espera una importante recuperación (mentira), el crecimiento será menor a lo previsto originalmente, pues a un país exportador como México le afecta el mal comportamiento de la economía de los países industrializados.
Enseguida las inciertas esperanzas, las promesas siempre, históricamente convertidas en vergüenzas, que no se cansan de enfatizar y propagar los políticos: lo importante – palabras de Gurría – es la enorme importancia de las reformas estructurales que ha aprobado el Congreso, y el impacto que van a tener en el mediano y largo plazos en un crecimiento no sólo mayor sino, de manera más importante, sostenido hacia los años por venir. Palabras de profeta fondista. Ah, México, el país del futuro.
Aunque aclaró Gurría: no obstante la reducción de los ritmos de crecimiento de las economías del mundo entero en este año, «quizá» (una expresión honesta) en el próximo, en virtud de las reformas estructurales, México logre un dinamismo sostenido en el tiempo.
Mientras tanto, los mexicanos ruegan a las divinidades que el Tri le gane a la otrora Naranja Mecánica, a los futbolistas súbditos de Guillermo Alejandro. Para tener otro jolgorio en medio de las tristezas ancestrales, entre las promesas y las vergüenzas.
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