Contexto
Los monárquicos mexicanos de hoy
(Con un saludo a la agencia noticiosa cubana Prensa Latina por sus 55 años, y en solidaridad con los colegas de la revista Contralínea, nuevamente atacados)
Se puede afirmar sin encuestas ni estadísticas, que entre las preocupaciones de la mayoría de los mexicanos no figura la forma de gobierno que los rige. Tampoco las tropelías de la clase política, más allá del morbo que les provoque conocerlas. Sus prioridades son el futbol, el acceso a la educación y a la salud, la inseguridad, sus derechos humanos, las consecuencias de las lluvias o el irritable Hoy no circula.
O sea, la coyuntura, sobre la cual además escriben muchos articulistas y columnistas, y ni se inmutan los personajes criticados allí por sus ineficiencias, por lo que estos ‘Textos en libertad’ toman mejor otros senderos.
De hecho, según el ‘Índice para una vida mejor’ de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que menos importa en México es el “compromiso cívico” y eso demuestra que “junto con la crisis económica también se vive una crisis de los sistemas democráticos y de involucramiento de los ciudadanos”.
Sí hay, desde luego, quienes ven más allá de lo circunstancial y se preguntan si existe algo mejor que eso que seguimos llamando democracia, pero generalmente sin cuestionar el hecho de que México sea una república federal (con mucho centralismo, en la praxis) en lugar de tener otro tipo de régimen.
En textos previos fue comentado el antecedente histórico de por qué triunfó aquí en el siglo XIX la propuesta republicana y no la monárquica, además de algunos aspectos relacionados con el Segundo Imperio y la existencia de mexicanos que en la actualidad se muestran partidarios de ese sistema, como también -diremos ahora- los hay juaristas, porfiristas, cardenistas y lópezobradoristas.
A partir de 1867 todos hemos vivido sin interrupción en una república, si bien sin el debido y efectivo ingrediente democrático que conlleva, ni la justicia social que supone. Y tal vez estas omisiones han abonado, junto con motivos ideológicos, en los anhelos de quién sabe cuántos mexicanos que quisieran ver un régimen monárquico en México en lugar del que tenemos.
Tal es el caso de quienes crearon la Asociación Monarquista Mexicana (asociacionmonarquistamexicana.wordpress.com), en cuyo sitio digital exploran con seriedad la ”línea de sucesión al trono de México”, entre descendientes de Agustín de Iturbide, Maximiliano de Habsburgo y Moctezuma Xocoyotzin.
Aun cuando no dan sus nombres, estas personas emitieron un manifiesto fechado en Guadalajara el 3 de agosto de 2011, en donde dicen respetar el actual sistema republicano, pero lo consideran en crisis “porque hace falta un elemento (que para ellos sería un monarca) que le otorgue la cohesión social y la solidez a las instituciones”.
Son al parecer iturbidistas, a juzgar por su lema y las viñetas de su sitio digital, y sostienen que en México hay “una partidocracia rapante y sin escrúpulos”, la cual “gobierna por y para el beneficio de unos cuantos líderes partidistas” y cuenta “con la anuencia de un Congreso sumido en luchas entre las fracciones parlamentarias”.
Y el presidente del país -agregan en su texto publicado cuando gobernaba Felipe Calderón- cuenta “con facultades muy superiores a las de cualquier monarca constitucional del mundo” y “gobierna como autócrata absoluto, también en beneficio de su persona, allegados y partido”.
Dicen que por ello debería existir en México la figura de un emperador, pero aclaran que como eso “a corto plazo es prácticamente imposible”, no buscan el activismo político, sino la discusión y difusión de sus ideas.
Falta en el sitio cualquier información sobre quiénes y cuántos integran la asociación, pero en cambio remiten a la “página hermana” Monarquía Mexicana, de Wilberth Flores Victorín (facebook.com/monarquiademexico), fundada en 2013 y con 2260 seguidores ahora, con menos rigor pero con muchas efemérides, fotografías (una de ellas de Carlota en su lecho de muerte), votaciones, opiniones, ‘vivas’ a los emperadores, documentos, artículos, noticias y las cifras de los “me gusta”, donde vimos apellidos conocidos.
Allí nos enteramos de la misa anual en memoria de Iturbide; de que el pasado abril hubo un oficio por el descanso de Maximiliano y Carlota en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, y de que el 15 de septiembre de 2013 fue servida en un lugar de la colonia Roma (DF) una cena de gala para 24 personas a un precio por cubierto de 1800 pesos, con “un menú de 8 tiempos, acorde con los usos de 1821”. Fue para “conmemorar la consumación de la Independencia de México, que primero fue un Imperio”.
Llama la atención que, en su utopía, los monarquistas mexicanos de hoy quieran un soberano pero elegido por voto popular “para no cometer los errores del pasado”. Y porque, en su último decreto, Maximiliano puso el ejemplo cuando creó una regencia para el caso de que él muriera, pero advirtió que sería “entretanto la nación mexicana no exprese su voluntad de cambiar la forma de gobierno”.
¿Es ocioso revisar estos temas, cuando hay tantos de mayor atención en la agenda nacional? Sólo pensemos que en esta república los políticos, la alta burocracia, los líderes y sus familias, viven como monarcas. Y que según las cuentas de los monarquistas, cuesta más sostener al gobierno de México que a la realeza española con todo y gobernantes.
Dejemos las cosas hasta aquí. El tecleador (quien está al margen de toda tendencia pero agradece a las monjas poblanas la creación de los chiles en nogada) hace mutis para que los aficionados disfruten o sufran el domingo durante el encuentro entre ciudadanos de una república tricolor, y súbditos anaranjados del rey Guillermo Alejandro, de la Casa de Orange-Nassau.