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MÉXICO, DF, 10 de julio de 2014.- El tráfico de madera y el de vida silvestre en Latinoamérica sirven tanto al elevado volumen y bajo precio del mercado interno, como al bajo volumen pero elevado precio de los mercados de exportación extranjeros. Sin embargo, las rutas a cada mercado son muy diferentes, destaca el portal estadounidense.
Gran parte de la demanda está impulsada por coleccionistas privados de Estados Unidos y Europa en búsqueda de plantas y animales exóticos, que pueden ser encontrados con los comerciantes latinoamericanos con contactos en las regiones remotas, donde obtienen y trafican lo que los coleccionistas ordenan, y donde además tienen redes de ventas y distribución de confianza.
Según Ortiz, estas redes normalmente realizan sus negocios tanto en el mundo legal como en el ilegal, y los negocios y contactos a menudo se hacen al margen de reuniones, como las ferias comerciales.
«Por fuera de la reunión, en los hoteles cercanos, usted tiene a los coleccionistas que venden las cosas que no se pueden mostrar en estas ferias», dijo.
Después de que se ha hecho el negocio, es común que los traficantes muevan a los animales y plantas por vía aérea, utilizando métodos similares a los utilizados para enviar pequeñas cantidades de drogas. Los animales son drogados y escondidos en el equipaje, o atados a los contrabandistas, y los huevos son ocultados cuidadosamente. En ocasiones, el contrabando viviente también es ocultado entre cargamentos legales de vida silvestre.
Para traficar madera al extranjero se tiene que hacer un lavado similar, para así hacerla parte del mercado legal, pero esto requiere habilidades diferentes por parte de los contrabandistas.
«La madera es más difícil, ya que es más complejo ocultar troncos que pájaros, por lo que se necesita de una ilegalidad más sutil por parte de las personas que saben cómo utilizar el sistema y hacer uso de los documentos», dijo Ortiz.
Como resultado, los traficantes se basan en el mantenimiento de una red de funcionarios corruptos que ignoran los documentos falsos y que permiten el paso de los envíos.
«Sabemos que los crímenes de madera son básicamente corrupción; sea haciendo uso de permisos falsos o de permisos supuestamente legales, es sólo ponerla en un contenedor y pagar a alguien», dijo Ríos.
Según Ríos, Asia es el mayor mercado extranjero para la madera ilegal de Latinoamérica. Los traficantes se cuelan en los envíos utilizando permisos y conocimientos de embarque falsificados, que son recibidos por empresas transformadoras que evitan preguntar acerca del origen de la madera o de la legitimidad de los documentos que la acompañan.
«Ellos lo saben muy bien», dijo. «Ellos tienen un permiso de exportación legal y eso es lo que utilizan para decir ‘mira, yo estoy cumpliendo con mi obligación, aquí está el permiso’. Pero ellos no verifican a la empresa que lo envía».
Aunque una parte de la madera recién legalizada es vendida en Asia, gran parte de ella es enviada a Estados Unidos, Europa, o incluso de regreso a Latinoamérica.
A pesar de la variedad de productos, fuentes y destinos, todo el ecotráfico está basado en cierto nivel de coordinación de la clásica trinidad de la ilegalidad: el crimen organizado, las empresas corruptas y los funcionarios corruptos.
Actualmente en Latinoamérica los tres operan en casi total impunidad. «Fluye como ellos quieren, sin importar el país que se encuentre», concluye Ortiz.