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SAN FELIPE DEL PROGRESO, Edomex., 13 de julio de 2014.- El Himno Nacional mexicano, alegoría patria que infunde respeto, adquiere en lengua mazahua una musicalidad diferente. También los nombres de animales, plantas, colores y días de la semana recitados en esa lengua originaria vibran de un modo distinto en voz de los pequeños que asisten al albergue Etsizapju (Laguna Chica).
Situado a las afueras de San Felipe del Progreso, el albergue atiende a 65 niños de bajos recursos provenientes de comunidades aledañas y otras más alejadas de la región, donde además de alimentación y hospedaje reciben el apoyo de tutores de fortalecimiento educativo que les ayudan en las materias de español, matemáticas y recuperación de su lengua materna.
Los tutores, jóvenes de entre 19 y 22 años de edad, comparten con Quadratín México su experiencia docente, que los lleva a encarar diariamente diversos desafíos.
“El principal es el rezago académico. Vemos que hay mucho retraso y confusión en temas básicos como las letras del abecedario o su letra es muy fea en grados donde ya deberían escribir con claridad”, comenta Lucía Becerril Martínez, de 21 años de edad y quien tiene a su cargo a un grupo de niños de primaria.
Coincide Fortino de la Cruz Valerio, responsable del grupo de estudiantes de secundaria, cuya ortografía y caligrafía no corresponde con el nivel que cursan, además de presentar un “déficit grande en matemáticas. Este año tuve siete alumnos que no sabían multiplicar y dividir, operaciones básicas que ya debían tener dominadas por el grado que cursan”.
De acuerdo con un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Fundación Idea, y avalado por la Secretaría de Educación Pública, las personas indígenas han alcanzado apenas el 66 por ciento de los resultados educativos básicos alcanzados por la población no indígena. Por lo que toca a escolaridad, los indígenas han obtenido únicamente el 39 por ciento de la alcanzada por sus pares no indígenas.
El albergue tiene la finalidad de reforzar los conocimientos básicos de los educandos.
“Llegan los lunes en la mañana, desayunan y se van a la escuela de la comunidad. Regresan a comer, realizar las tareas de aseo que les corresponden y en la tarde revisan las tareas con los tutores, fundamentalmente tres materias: español, matemáticas y lengua indígena. Luego cenan y se van a dormir, en el caso de los que vienen de las comunidades más alejadas, que están a hora y media de camino (en automóvil) de aquí”, explica María de los Remedios Tapia Aguilar, directora del albergue.
Los niños que viven en comunidades cercanas, regresan por la tarde a sus casas.
Todos los miércoles, los cuatro tutores trabajan en el reforzamiento de la lengua indígena, ya casi perdida en las nuevas generaciones, debido, en parte, a la discriminación que impera en la sociedad.
“Se dan casos en los que no hablan en su lengua porque les da pena, sus compañeros en la escuela los discriminan y prefieren hablar en español”, comenta Fortino de la Cruz.
De acuerdo con los jóvenes instructores, beneficiarios del programa del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) que les dará una beca al término de su labor comunitaria para que continúen sus estudios, apenas un 30 por ciento de los niños y jóvenes que asisten al albergue conoce “más o menos bien” su lengua.
“En el ámbito privado todavía es común, sobre todo en la gente mayor que sí tiene un dominio de la lengua; pero en la escuela o el trabajo, es decir, en el ámbito público, difícilmente se ocupa la lengua”, refieren funcionarios de la delegación estatal del Conafe.
La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis) 2010, realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) revela que el principal problema que perciben las minorías étnicas en el país es la discriminación, seguido de la pobreza y el desempleo.
En un estudio publicado en 2008 por Conapred sobre la discriminación en Chiapas, sus autoras, Araceli Bruguete y Circe Romero, refieren que “los jóvenes aprenden a hablar español para defenderse, y a la vez sentirse orgullosos de hablar la lengua indígena. Pero otros la niegan, no les gusta hablar lengua indígena, es por eso que los jóvenes dejan la lengua materna […] Los jóvenes ya no hablan su idioma, su lengua, su dialecto […] como se le pueda llamar, es porque se han ido olvidando de sus raíces, no tanto de ellos, sino de los papás, igual por algún temor a que sean rechazados después, de que los rechace la sociedad”.
Blanca Esther tiene ocho años y su palabra favorita en mazahua, la lengua que habla “mi abuelita, mi mamá y mi tío”, es “mixi”, que significa gato. Con juegos como memorama, dominó, sopa de letras o dibujos, los tutores trabajan para preservar esta lengua originaria.
“Utilizamos lo que hay alrededor para interesar a los niños en su lengua: los nombres de las plantas y las frutas, los animales con los que conviven; además de frases de uso frecuente, como saludar o pedir permiso para entrar, hasta el Himno Nacional”, comenta Lucía Becerril.
Al preguntarles sobre la lengua mazahua, los niños dicen sentirse contentos de aprender nuevas palabras, porque es la lengua que hablan en casa sus abuelitos y sus papás, en ese orden. En México existen 364 variantes lingüísticas agrupadas en 68 lenguas, 64 de las cuales están en alto riesgo de desaparecer debido a que cuentan con menos de cien hablantes.
En el esfuerzo por preservar las lenguas indígenas el Conafe cuenta con una colección editorial denominada “Hacedores de Palabras” conformada por 18 títulos que contienen alrededor de 500 textos en 60 lenguas originarias.
“La fortaleza de este material es que son relatos escritos e ilustrados por los niños, por eso se llama ‘Hacedores de palabras’. Es una iniciativa muy importante no sólo porque la hacen los niños sino porque recolecta las experiencias que los abuelos transmiten a los niños, los oficios de los papás, las vivencias de la comunidad y otras historias”, dijo en entrevista con Quadratín México el director de Comunicación y Cultura de Conafe, Marco Antonio Mendoza.
En el contexto de la labor de ese organismo, dijo, ya se trabaja en una propuesta “para buscar el reconocimiento de las lenguas indígenas como patrimonio inmaterial de la humanidad por parte de la Unesco”, para lo cual ya realizan el acopio de información necesaria y el mapeo de las lenguas existentes.
Otro esfuerzo de preservación y recuperación de lenguas indígenas es el que lleva a cabo el Laboratorio de Lengua y Cultura Víctor Franco, adscrito al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) a través del Acervo Digital de Lenguas Indígenas.
El proyecto –cuyos materiales fueron presentados el martes pasado- ha logrado colocar alrededor de 700 mil ejemplares de seis títulos en igual número de lenguas en el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
En entrevista, su coordinador, José Antonio Flores Farfán, dijo que a través de talleres, juegos y dinámicas, buscan sensibilizar a niños hispanohablantes sobre la trascendencia de las lenguas originarias y el saber que ellas encierran y del que ellos mismos, aunque hablantes de español, ya poseen, toda vez que las lenguas indígenas lo han permeado.
En el año escolar que está por concluir, el Conafe atendió a 339 mil 494 alumnos en Educación Básica de los cuales 175 mil 675 son de preescolar; 127 mil 776 de primaria y 36 mil 043 de secundaria.
Los niños fueron atendidos en 38 mil 594 servicios educativos, de los cuales 22,813 son de preescolar; 12 mil 807 de primaria y 2, mil 974 de secundaria.