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MÉXICO, DF, 14 de julio de 2014.- Al Papa yo lo llevaría a visitar una cárcel, los suburbios o la ruta de los migrantes, señala el obispo Raúl Vera al periódico español El País, que publica una amplia entrevista con el prelado mexicano en su edición de este lunes.
Para El País, Raúl Vera es el obispo más amenazado de México. Su trabajo a favor de los desaparecidos, migrantes, menores, indígenas y parias de todo tipo le han costado amenazas y más de un atentado, pero las amenazas no parecen hacerle mella, destaca el diario peninsular.
“Para empezar, haría que conociera la ruta de los migrantes. También le haría visitar una cárcel, porque a él le gusta ir a las cárceles; lo llevaría a los suburbios de la ciudad, porque él dice que tenemos que ir a la periferia. Le organizaría una visita de acuerdo con lo que él está pidiéndonos que atendamos. Y haría que quienes estén en primera fila sean los indígenas, sean los pobres. Porque eso nadie lo hace, poner delante a los pobres”, responde a El País.
“En Chiapas aprendí que había que arriesgar la vida si uno quería ponerse del lado de los pobres y en Coahuila he aprendido que para defender la vida humana tienes que poner la tuya de por medio. No hay otra manera de ser pastor”, asegura el sacerdote.
Para Raúl Vera, es la impunidad la que ha permitido la violencia. “La desaparición viene acompañada de la eliminación de todo indicio que permita la persecución: hacen desaparecer las personas y luego los cuerpos. Y todo se vuelve hipotético, porque nadie sale vivo. Y si alguien se separa de esos grupos, es persona muerta. En el caso de Allende lo hicieron a la luz del día, sin que hubiera la más mínima reacción de autoridades”, denuncia.
Respecto de la legalización de las drogas como estrategia para detener la violencia, el sacerdote reflexiona que “la descomposición del hombre no viene de la droga; a la droga se va, igual que se va al alcohol, por otra cosa. Legalizando la droga no se soluciona el problema por el que la gente se droga. Y bastaría con prohibir unas para que descubriesen nuevas”.
Sin temores, el clérigo habla claro y señala que en México “estamos llegando a límites espantosos en el fenómeno de la trata y la explotación”, y rechaza la idea de legalizar la prostitución porque “eso sería legalizar la explotación femenina. Yo creo en la dignidad de las mujeres. La prostituta es una mujer sumamente dañada, pero jamás debe perder su dignidad y el derecho al respeto”, destaca.
Respecto de la homosexualidad, el obispo reconoce que “es un tema al que nos hemos negado. La Iglesia tiene que acercarse a ellos no con condenas, sino con diálogo. No podemos anular toda la riqueza de una persona solamente por su preferencia sexual. Eso es enfermizo, eso es no tener corazón, es no tener sentido común”, asevera.
(La entrevista completa en http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/13/actualidad/1405281179_927346.html.)