Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
A partir de la música, investigadores de la UNAM pretenden ahondar en el conocimiento de la cultura maya y comprenderla de manera más integral, pues esa manifestación artística se encuentra asociada a festividades, cultos religiosos y otras prácticas.
Dirigido por Martha Ilia Nájera y Francisca Zalaquett, del Centro de Estudios Mayas (CEM) del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL), el proyecto Universos sonoros mayas propone una comprensión integral a través del estudio de los instrumentos y registros escritos relativos a sus actividades musicales, destacó Guillermo Bernal Romero, también del CEM.
La música es fundamental para entender a los grupos mayas prehispánicos, coloniales y modernos.
La contribución de los universitarios consiste en encontrar esas evidencias, pero “no es sencillo si consideramos que no son tangibles, pues no se conservan arqueológicamente, a menos que queden instrumentos como flautas o tambores, empleados para crear ambientes sonoros y de armonías”.
La ejecución de obras o piezas de esa época no se pueden reconstruir íntegramente porque se perdieron con el paso del tiempo; sin embargo, a veces hay fuentes de información importantes como los murales o textos glíficos, aseguró.
El estudio acústico de silbatos, ocarinas e instrumentos de percusión prehispánicos también es una línea esencial de indagación.
Entonces, este aspecto novedoso es lo que se pretende tomar en cuenta en el proyecto; con ello, se podría cubrir un vacío que es importante documentar como parte de la comprensión integral de esta cultura, recalcó.
Añadió que existen referencias glíficas a la música –ejemplo de ello son los nobles que ostentaban el título k’ayo’om, “cantor”– y también representaciones iconográficas, como los murales de Bonampak, que contienen imágenes de músicos y danzantes, así como textos que los identifican. Es una especie de orquesta maya del periodo Clásico y ahí se vislumbra su participación en los festejos de una victoria militar del gobernante local Yajaw Chan Muwaan.
“Dentro de las inscripciones glíficas encontramos consonancias rítmicas; se trata de eufonías o efectos sonoros agradables del lenguaje, es lo que comúnmente llamamos rimas. Esto es importante porque al leer los textos glíficos en su lengua original reconocemos la información acerca de los actores, las deidades o los asuntos tratados, y es posible observar que a veces están pensados o diseñados como piezas literarias que buscan armonías sonoras. Por ejemplo, el texto de las orejeras del gobernante K’inich Janaab’ Pakal tiene ritmo y consonancia eufónica”, resaltó.
“Ahora –prosiguió– podemos observar que los textos mayas no sólo tenían una intención informativa, pues también promovían ciertas consonancias sonoras fónicas. Estas evidencias provienen no de instrumentos musicales, sino de la lectura directa de los textos glíficos y es lo que pretendemos recuperar con este proyecto.
“Los escritos de estudio se encuentran en sitios como Bonampak, Copán, la zona del Río de la Pasión y las inscripciones de Palenque, aunque todavía se deben tratar algunos aspectos de los del norte de Yucatán, Chichén Itzá, que también tienen cualidades de este tipo”.
Bernal Romero señaló que ésta es una investigación interdisciplinaria donde analizan cuestiones de epigrafía, “pero hay otros colegas que abordan aspectos como la etnografía, la historia, la arqueología, la física acústica y, desde luego, la musicología”.
“No se trata de poner todos los textos, porque no todos tenían esa intención, pero sí examinar los más claros. La idea es contar con un corpus de expresiones glíficas que expliquen con mayor detalle ciertas longitudes de rimas, preferencias de consonancias, elementos más finos que le den un carácter más estructurado o científico a esta contribución”, concluyó.