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MÉXICO, DF, 16 de julio de 2014.- Los niveles de violencia en Guatemala, Honduras y El Salvador son superiores a los de algunos países que sufren conflictos armados, y las consecuencias para la población civil son tan devastadoras como las que sufren las personas atrapadas en medio de una guerra civil, advierte el Consejo Noruego para Refugiados (CNR).
De acuerdo con un documento titulado Otras Situaciones de Violencia en el Triángulo Norte de América Central (TNCA), “los niveles de violencia homicida existentes en el TNCA son considerablemente superiores a los de países con conflictos armados”.
El informe recuerda que el promedio mundial de la tasa de homicidios dolosos en el mundo fue de 6.2 por cada 100 mil habitantes en 2012, cuando en El Salvador la tasa es de 41.2 homicidios por cada 100 mil habitantes, y en Guatemala de 39.9, que son “tasas más elevadas en la actualidad que durante sus respectivas guerras civiles”.
“Honduras, a pesar de no haber sufrido una guerra civil en el pasado, se mantiene como el país más violento del mundo” con 90.4 homicidios por cada 100 mil habitantes, señala el informe y recuerda que países con conflictos armados internos declarados cuentan con tasas menores como Sudán del Sur, donde la tasa de homicidios es de 60 por cada 100 mil habitantes, Afganistán (65) o República Democrática del Congo (28.3).
El organismo noruego de derechos humanos que colabora con las Naciones Unidas, señala que el 30 por ciento de los homicidios en América está relacionado con bandas o grupos criminales, frente al 1 por ciento en Asia.
También destacan que América Latina posee los niveles más altos de violencia juvenil del mundo, pues “el número de víctimas masculinas entre 15 y 29 años en Centroamérica es cuatro veces superior que en el resto del mundo”.
Dos de cada tres homicidios en la región fueron cometidos con armas de fuego, algo que es una muestra de la gran disponibilidad de armas en la sociedad.
A esto se añade el hecho de que las fuerzas de seguridad del Estado están mal preparadas, mal pagadas y, en muchos casos, corroídas por la corrupción, según el texto.
“La masiva presencia de compañías de seguridad privada, con personal que duplica y triplica al número de fuerzas de seguridad del Estado según el país, es también un indicador impactante”, se enfatiza en el informe.
Este contexto de violencia incrementa aún más la situación de vulnerabilidad de una parte de la población que se ve obligada a abandonar sus hogares y se convierte en desplazados internos, o en refugiados, solicitantes de asilo o inmigrantes económicos en terceras naciones.
El texto señala a las drogas como “el detonante de la prevalencia de la violencia y de las armas en la región”, pero no esconde que “los altos niveles de corrupción e impunidad contribuyen a aumentar la desconfianza hacia las instituciones del Estado”