Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MÉXICO DF., 6 de agosto de 2014.- Desde hace más de 30 años, los pobladores del Valle del Potosí, en Nuevo León, resienten los efectos de incendios en el subsuelo y del hundimiento de la cuenca, fenómenos sin explicación hasta hace unos meses, explica la UNAM a través de un comunicado.
Un equipo de científicos dirigido por Priyadarsi Debajyoti Roy, del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM, descifró el “misterio” del lugar, a 90 kilómetros al sur de Monterrey, al documentar la historia del cambio climático en zonas áridas mexicanas.
“Observamos la combustión con exhalaciones de humo desde el subsuelo, proceso único en el país. Asimismo, la cuenca registra el hundimiento de una zona con una superficie estimada en 18 kilómetros cuadrados”.
Tras excavar trincheras y analizar sedimentos, el equipo concluyó que los fenómenos son provocados por la combustión de grandes depósitos de turba, sedimentos ricos en materia orgánica descompuesta, producto de la acumulación y fosilización de residuos vegetales por miles de años.
A nivel mundial, hay trabajos que analizan el fenómeno en Estados Unidos, España, Reino Unido, Italia e Indonesia. En México no existían y las personas carecían de información, subrayó.
La falta de interés científico convirtió el problema en un misterio para los pobladores del Valle del Potosí, que resienten los efectos de la aridez de sus tierras y de la inhalación de sustancias tóxicas.
Presentaremos los resultados de la investigación a las autoridades y habitantes y ofreceremos una serie de recomendaciones, adelantó.
La explicación
El académico trabaja en la reconstrucción de los periodos de sequía y desertificación y su relación con la variación en la precipitación en San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Chihuahua, Baja California, Nuevo León y Tamaulipas.
Los fenómenos climáticos están registrados en los sedimentos de los terrenos. Retrocedemos en el pasado para documentarlos y contamos con registros de hasta 80 mil años. Los cambios en la vegetación, la mineralogía y la química del suelo revelan la condición climática, detalló.
Al excavar trincheras para obtener muestras del suelo en ese valle, identificamos una capa de turba con un grosor de un metro. Se formó entre 19 y 12 mil años atrás, en la cuenca que entonces era un lago profundo, con un ambiente cálido y húmedo y vegetación densa.
Se encontraba saturada de agua por estar situada debajo del nivel freático. Desde hace 12 mil años y hasta hace tres décadas, se depositó limo y limo-arena calcárea en un lago somero o seco por periodos largos, lo que formó grietas superficiales.
En décadas recientes, la explotación sin control de agua subterránea en un ambiente seco y cálido, sin recarga de acuíferos, propició la caída del nivel freático por debajo de los depósitos de turba.
La sequía y la propagación del fuego durante alguna actividad antropogénica (por ejemplo, la preparación de tierra para sembrar) y el flujo de oxígeno a través de las cárcavas, provocaron la combustión de las capas de turba, ricas en materia orgánica.
“Al consumirse, propician una reducción de volumen en el subsuelo y provocan los hundimientos registrados”, explicó.
Asimismo, los humos del incendio contienen óxidos y dióxidos de carbono, nitrógeno y azufre, lo que aumenta la concentración de gases de efecto invernadero en la zona, emisiones contaminantes y de partículas tóxicas, advirtió.
“En los próximos días presentaremos los resultados en carteles accesibles a la población y autoridades del Valle del Potosí. Les recomendaremos prohibir la quema de tierras para sembrar, sellar las fisuras que facilitan el flujo de oxígeno al subsuelo y una política para reducir la extracción de agua en las zonas áridas para mantener el nivel freático de la cuenca por encima de las capas de turba”, informó.
Asimismo, se sugiere promover cultivos que no requieran grandes volúmenes del líquido o técnicas y tecnología para maximizar el recurso. Es necesario ampliar la investigación en éste y otros lugares con características similares para evitar desastres, concluyó.