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MÉXICO, DF, 24 de agosto de 2014.- En México no hace falta ir a la universidad para ser abogado, ingeniero, médico o arquitecto. “Con dinero todo se puede”, dice Ricardo a los reporteros del periódico español El País con una discreta sonrisa en su rostro moreno, publica el diario peninsular en su edición de este domingo.
El negocio de Ricardo es falsificar actas de nacimiento, títulos profesionales, carnés, licencias de conducir, pasaportes y lo que el cliente ocupe, y atiende un pequeño taller en la Plaza de Santo Domingo, en pleno Centro Histórico de la ciudad de México, en el que tiene montadas cuatro impresoras, un ordenador y distintos tipos de papel apilados en una estantería.
No trabaja solo, precisa el diario, su padre y su hermano son los encargados de llevar clientes, y operan abiertamente: “¿Qué buscas?, ¿algo en especial, un documento, una factura?”, preguntan a los transeúntes desde la acera.
“Te doy el título universitario. Si te urge te lo tengo en tres meses. Lo que quieras, aquí te lo hago”, dice Ricardo sin tapujos. “¿Quieres un título, de qué universidad?”, pregunta este joven de apenas 30 años. La entrada del sitio está resguardada por la imagen de un anciano delgado, con muletas, vestido con harapos y acompañado de dos perros. “Es San Lázaro, el santo de los pobres, el de los milagros”, afirma uno de los clientes que ha acudido a hacerse una credencial apócrifa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por la que paga 400 pesos.
Ricardo saca el móvil del bolsillo de su pantalón, le pide a su nuevo cliente que tome asiento y “clic”: la foto está lista. Le acerca una hoja de papel en blanco y un bolígrafo. Le pide que escriba su nombre completo y su firma. En menos de media hora tiene su identificación.
Ricardo y su familia no son los únicos que se lucran con la falsificación. Decenas de personas ofrecen el mismo servicio en Santo Domingo. La plaza, de estilo colonial, está rodeada por el templo del mismo nombre, el Palacio de la Santa Inquisición y el antiguo edificio de aduanas, que ahora ocupa la sede de la Secretaría (Ministerio) de Educación Pública (SEP), la institución que expide los títulos oficiales.
«Con dinero todo se puede», se jacta un falsificador de documentos. En una de estas casas antiguas opera El Pinocho, que puede conseguirte un título original por 150 mil pesos. “No puedo dejártelo más barato, porque hay que pagarle a mucha gente… si te urge te lo tengo en tres meses. Te doy el título y la cédula profesional”.
(El reportaje completo en http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/16/actualidad/1408217209_198557.html.)