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MÉXICO, DF, 8 de septiembre de 2014.- Las denuncias de tortura y malos tratos por parte de los agentes de seguridad en México han crecido cerca de un 600 por ciento con respecto a la década pasada, según Amnistía Internacional (AI), conectado en parte a la militarización de la guerra contra las drogas en el país, destaca el sitio especializado en seguridad In Sight Crime la mañana de este lunes.
Según el informe de Amnistía Internacional publicado el 4 de septiembre, los casos de tortura y malos tratos por parte de los agentes de seguridad de México han aumentado drásticamente entre 2003 y 2013. Hubo mil 505 casos reportados de tortura o abuso en 2013, representando cerca de un incremento del 600 por ciento frente a los 219 casos de tortura y abuso reportados en 2003.
El informe también detalla la falta de progreso en la investigación de los casos de tortura. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México verificó menos del uno por ciento de las quejas que recibió con respecto al abuso policial. Mientras tanto, ninguna de las 7.164 quejas de 2010 a 2013 terminó en convicciones bajo cargos de tortura.
Según el informe, los casos de tortura y abuso empezaron a crecer significativamente desde 2006, cuando el gobierno mexicano empezó su llamada guerra contra las Drogas.
“El despliegue a gran escala del ejército y la marina en los años recientes para combatir el crimen organizado ha sido un factor clave en el acrecentado uso de la tortura”, afirma el informe.
Desde el comienzo del ataque contra el crimen organizado en 2006, las autoridades han dependido de entrenamientos militares para las fuerzas policiales como una manera de ayudar a preparar a la policía local para enfrentar a los carteles narcotraficantes.
Sin embargo, Amnistía Internacional no es la primera organización no gubernamental en dibujar una conexión entre una fuerza policial militarizada y el incremento en los abusos contra los Derechos Humanos por parte de los agentes de seguridad de México.
En la práctica, el presidente Enrique Peña Nieto no se ha alejado mucho del enfoque altamente militarizado favorecido por el ex presidente Calderón, aunque Peña Nieto ciertamente ha disminuido el énfasis en las políticas de seguridad en contraste con su predecesor.
En el centro de la estrategia de seguridad de Peña Nieto ha estado la creación de la gendarmería, con la intención de disminuir la dependencia de México de usar al ejército contra los narcotraficantes. Sin embargo, aún no es claro si la gendarmería –la cual depende en gran parte de antiguos soldados para llenar sus filas- lo va a lograr conseguir.
También es válido considerar nombramientos como la contratación de un comandante de las fuerzas especiales del ejército para liderar las severas medidas de seguridad en el estado de Michoacán el año pasado. Un movimiento como este, va en contra de su enfoque presuntamente más suave hacia el combate contra el crimen organizado.
Ha habido otras voces en la región pidiendo una estrategia diferente. Durante una reunión en 2013 de oficiales y expertos en la región –incluyendo representantes de México- quienes atendieron pidieron la desmilitarización de las fuerzas policiales, citando su inefectividad para controlar la violencia y su inclinación a cometer violaciones contra los Derechos Humanos.