Organizado, inteligente e impune
“Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchad”
Napoleón Bonaparte
El pasado 4 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicó el primer informe sobre prevención del suicidio que lleva por nombre “Prevención del Suicidio. Un imperativo global”. Su propósito al publicar este informe consiste en concientizar acerca del suicidio como una cuestión de salud pública y priorizar la prevención del suicidio como parte de la agenda global de construcción de políticas de salud pública.
México no es extraño a este tema. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el 2011 se suicidaron un total de 5 mil 718 personas, 4 mil 621 del sexo masculino y la mayoría falleció por ahorcamiento, mismo que llevaron a cabo en sus domicilios particulares. Entre la población adolescente, el suicidio es la segunda causa de muerte y deja fuertes daños emocionales en sus familiares más cercanos, pero sobre todo en los padres.
La prevención, probablemente es la mejor solución a la mayoría de los problemas que causan daño a la integridad física y emocional de las personas. Sin embargo, ante el suicidio la prevención se presenta como la única opción viable, ya que es la única medida que puede evitar que una persona decida quitarse la vida y ello sólo es posible si conocemos sus causas, es decir, si sabemos qué debemos prevenir.
De acuerdo con la OMS, el suicidio ocurre como consecuencia de enfermedades mentales, principalmente la depresión, bipolaridad y los trastornos por consumo de alcohol o por el abuso en el consumo de drogas o sustancias.
Por otra parte, también inciden en que una persona decida suicidarse, situaciones como las dificultades para obtener acceso a la atención de salud y recibir la asistencia necesaria, la fácil disponibilidad de los medios utilizables para suicidarse, el sensacionalismo de ciertos medios decomunicación en lo concerniente a los suicidios, factor que aumenta el riesgo de imitación de actos suicidas.
La estigmatización de quienes buscan ayuda por comportamientos suicidas, la violencia, discriminación, sensaciones de pérdida, dolores crónicos, pérdidas económicas importantes y antecedentes familiares de suicidio, también constituyen factores de riesgo a los que hay que poner especial atención.
Aunque parezca sencillo, no es fácil identificar el momento en que una persona podría suicidarse, incluso, muchos suicidios ocurren en circunstancias sorpresivas o inesperadas, de ahí que sea necesario, como sociedad, estar atentos a lo que sucede con las personas que están a nuestro alrededor, ya que alguna de ellas podría estar pensando en acabar con su vida. En este sentido, es importante promover la sana convivencia y el respeto de la dignidad y derechos de los demás.
Algunas estrategias para prevenir el suicidio consisten en restringir el acceso a los medios que permiten el suicidio, como sustancias tóxicas y armas de fuego, identificar y tratar a las personas que sufren trastornos mentales o que abusan del consumo de alcohol, drogas u otras sustancias, mejorar el acceso a los servicios de salud y la asistencia social, y regular la cobertura responsable de las noticias sobre suicidios en los medios de comunicación.
Como podrán imaginarse, estas estrategias no son responsabilidad exclusiva de una autoridad específica sino que requieren del auxilio y participación de diversos sectores, pero sobre todo de la familia. Recordemos que nuestras respectivas familias son la principal fuente de estabilidad con la que contamos cada uno, razón por la que debemos fortalecer los lazos de afecto con el fin de crear un entorno que brinde seguridad a nuestros seres queridos e impedir que abandonen el campo de la vida.