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MÉXICO, D.F., 19 de septiembre de 2014.- La muerte de algunas costureras en el terremoto de 1985, se debió a la práctica de algunos gerentes o supervisores de encerrarlas en los talleres con llaves, recordó la Secretaria del Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno del Distrito Federal (GDF), Patricia Mercado.
“Acá en San Antonio Abad en las fábricas que se incendiaron murieron muchas mujeres, algunas de ellas estaban encerradas, por esta práctica de cerrar con llaves, el supervisor o el gerente [lo hacían], meterlas y cerrar con llaves y ante el sismo muchas no pudieron salir y esta es una característica que se dio en las fábricas que estaban en San Antonio Abad”.
La funcionaria acudió en representación del Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera al homenaje que el Sindicato 19 de Septiembre ofreció a las costureras. Entrevistada por Quadratín, recordó que el terremoto dejó al descubierto las desventajosas condiciones laborales de las empleadas.
“El reto más grande es el acceso a la seguridad social, pueden incluso estar ganando bien pero no hay seguridad social para todas las trabajadoras que maquilan, ahí hay un reto para las trabajadoras que maquilan en la industria del vestido. En la Secretaría del Trabajo en el presupuesto del año que entra vamos a hacer una partida presupuestal, nos hemos puesto de acuerdo con los diputados y también el Jefe de Gobierno ha dado la instrucción de fortalecer un presupuesto robusto para formar cooperativas formales que logren darle a la gente seguridad social”.
Mercado rememoró que fue a partir del terremoto de hace 29 años que hubo mejoras laborales. Se formó el Sindicato para organizar a las trabajadoras, agregó.
“Inmediatamente los patrones daban mejores condiciones con tal de que no entrara el Sindicato pero las trabajadoras se veían beneficiadas con la sola presencia de la organización”, añadió Mercado, quien es una conocedora en el tema: parte de su trayectoria la hizo después del sismo al colaborar con Mujeres Trabajadores Unidas, una asociación que asesoraba a sindicatos.
“Esto para mí es significativo ahora desde el lugar donde estoy”, expresó.
Dijo que a pesar de los avances laborales, el pago a destajo que reciben actualmente las costureras, es injusto.
“Finalmente se paga la productividad de las trabajadoras, pero no son condiciones laborales adecuadas”.
NO FUE CASUALIDAD
Con una misa, el Sindicato 19 de Septiembre recordó a las costureras que perdieron la vida en el terremoto que devastó a la ciudad de México en 1985. El Obispo de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera, ofició ahí la misa ante alrededor de 70 personas.
Programada a las 07:19 horas, la misma hora en que se registró el temblor en 1985, Vera llegó media hora tarde y se disculpó.
“Yo también perdí una cuñada y un sobrino en el terremoto”, recordó apenas empezó la ceremonia religiosa.
“A mi cuñada la rescataron viva pero no pudieron salvarla porque en la ambulancia se fue desangrando terriblemente. Recuerdo esta experiencia terrible y todos supimos lo que pasó aquí y lo lamentamos, madres de familia que trabajaban para sostener a su familia y eso representó una pérdida muy fuerte para sus hijos y su familia”, dijo en alusión a las costureras.
“Si esto se cayó no es porque fuera un edificio como del Palacio de Hierro o Liverpool, si se cayó es porque era un edificio para que tuviera gente que no valía la pena ponerle instalaciones más dignas”, criticó en tono exaltado el Obispo de Saltillo.
“Pedimos a Dios justicia para las trabajadoras y trabajadores que siguen trabajando en condiciones indignas, que siguen perdiendo la vida día a día y que tienen que pasar todo lo que tienen que pasar para sobrevivir, estas hermanas sin duda están en la presencia de Dios pidiéndole ‘ya haz justicia’”, expresó.
Pidió a los presentes no justificar las injusticias, porque entonces pueden revertírseles, y aseguró que la destrucción ocurrida en 1985 no fue casualidad, como lo constató en la experiencia de su hermano, también afectado por el sismo y quien salvó la vida porque salió de su edificio minutos antes del movimiento telúrico.
“Los que sobrevivieron hicieron un estudio del edificio y descubrieron que estaba con exceso de arena y deficiencia de grava”.
Comentó que el mismo ejemplo se puede aplicar para los fallecidos en 2006 en la mina Pasta de Conchos, en Coahuila, propiedad del empresario Germán Larrea, el mismo dueño de la minera Buenavista del Cobre, causante del peor desastre ambiental minero en México.
“En esa mina no murieron los que murieron porque estaba bien construida, ahí ahorraba el señor Larrea todo el dinero del mundo como ahorraba en todas las mineras donde da mascarillas de papel a los mineros y se vanagloria ‘somos los que producimos al más bajo costo’; al costo de carne y sangre humana”, exclamó de manera indignada a la concurrencia, que lo escuchaba atentamente.
Vera pidió apoyo al GDF para regularizar las instalaciones del Sindicato y compensar que en su tiempo no hizo que las costureras trabajaran con dignidad y en un lugar seguro.
Al terminar la misa el Obispo recorrió el taller del sindicato, y desayunó con familiares de las costureras fallecidas.
También hubo una marcha que pasó por Tlalpan y dio vuelta en la calle Manuel José Othón. El homenaje concluyó con un recital solemne de música.