Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MÉXICO, DF, 23 de septiembre de 2014.- De paso por Madrid para promover su película La danza de la realidad, el polifacético artista chileno Alejandro Jodorowsky asegura que no le gusta el cine que se hace con la única finalidad de enriquecerse, destaca el diario barcelonés La Vanguardia.
«No me gusta y no quiero hacer cine industrial solo para ganar dinero, porque para mí el cine es arte y, a pesar que desde Estados Unidos han invadido y están matando el cine decente, se debe intentar hacer algo distinto», comenta el dramaturgo y poeta.
Para Jodorowsky, en la actualidad abunda el cine que está «lleno de publicidad» y lo único que hace es crear «estrellas» que son «monstruos del ego» que finalmente son «empleados al servicio de esa industria» del entretenimiento.
La danza de la realidad es un ejercicio de autobiografía imaginaria que lleva a la pantalla los recuerdos de su infancia en el pequeño pueblo de Tocopilla (Chile) junto a sus padres; un comunista recalcitrante y una madre amorosa pero frustrada.
Jodorowsky explica que con esta cinta intenta «perdonar» a sus padres convirtiéndolos en lo que siempre quisieron ser: «una cantante de ópera y un comunista ateo héroe que intenta liberar a Chile de un dictador».
Producida por Karma Films, la cinta es parte de su método de «psicomagia» en el que pretende promover una especie de «terapia colectiva» enseñando a los espectadores la importancia de perdonar el pasado y vivir el presente.
El cineasta chileno comenta que esta no es una película hecha por «narcisismo» porque cree que «cualquier persona por muy mediocre que se crea que sea es una novela que tiene algo que contar».
Después de 23 años de su última producción, Jodorowsky estrenó esta cinta en el Festival de Cannes el año pasado y ahora la presenta al público español como un «testamento» pero también «como un regreso».
«Durante esta ausencia seguí pensando en cine y cambiando mi percepción del mundo. No creo que uno deba ser un fabricante de salchichas que hace en serie películas para ganarse la vida», explica.
Sobre las críticas positivas y las que lo tildan de «extraño», Jodorowsky dice que admira a muchos cineastas como Luis Buñuel, Federico Fellini, Andréi Tarkovski pero considera que ha encontrado un estilo propio.
«Sí, quizás es extraño, pero es mejor ser distinto a ser uno más de la industria porque en el cine actual se cuentan muchas cosas falsas y preferí apostar por una historia real en el sufrido pueblo de Tocopilla en Chile», advierte.
Se confiesa un cinéfilo que durante estos últimos años ha visto a razón de dos películas por día «con envidia y rabia» de no hacer una cinta pero admite que pocos apuestan por el cine alternativo.
La danza de la realidad, que ya se ha presentado en Chile, México, Japón y Francia cuenta con la participación de sus hijos Brontis, Adán y Cristobal.
Jodorowsky, sin embargo, ya piensa en una próxima película que será la segunda parte de La danza de la realidad y que bajo el título de Poesía sin fin cubrirá las vivencias del artista cuando se mudó de Tocopilla a Santiago de Chile durante su adolescencia.
El también dramaturgo confiesa que le gusta ver cine español para «analizar» cómo personajes populares se vuelven «tan amados» por el público, por eso estuvo pendiente de las cintas de Torrente y espera ver pronto 8 apellidos vascos.
Jodorowsky ha trabajado como director teatral, actor, pintor y novelista. Ha realizado cintas como Fando y Lis (1968), El topo (1970), La montaña sagrada (1973) o El ladrón del arcoíris (1990), entre otras.