Dan el skateboarding y el IMSS un giro a la vida de Emilia Ojeda
MÉXICO, DF, 4 de octubre del 2014.- Este mediodía la cancha del Olímpico Universitario vivió una fiesta histórica. Más allá de la reedición de la última final de la Organización Nacional Estudiantil de Futbol Americano, ONEFA, que resultó en un sensacional partido, ahora las gradas no estuvieron exclusivamente teñidas de azul y oro, colores de Pumas CU, ni amarillo y azul, de la tribuna de los Auténticos Tigres.
Este sábado hubo una visible presencia de camisetas rojas, en espera de la aparición de la gran leyenda, Joe Montana, multicampeón de la NFL con los 49ers de San Francisco, quien recibió un reconocimiento por parte de la Máxima Casa de Estudios, por su aportación al deporte de las tackleadas, al medio tiempo del encuentro.
Esta tarde la entrada fue superior a la que habitualmente asiste a ver futbol americano. Se percibió mayor expectación, lo que no falló fueron los continuos ‘Goya’, en apoyo a los Pumas. La piel se enchinó cuando los jugadores se acercan a la tribuna del ‘Palomar’ para entonar, junto con la afición, el Himno Deportivo de la UNAM.
El ambiente, típicamente estudiantil, recuerda el sabor que tenía este recinto en los años 50, cuando el inmueble era exclusivamente utilizado para la práctica de futbol americano. La mayoría de los asistentes son jóvenes, se escuchan los cánticos de las porristas, y los acordes una banda de música estudiantil.
El ambiente fue más optimista en la tribuna, incluso que el que hay los domingos cuando juega el equipo de futbol. Mientras en el campo los equipos comienzan las acciones, un dominio claro de los visitantes regiomontanos quienes se van a descansar 10-3.
Luego, por fin, la salida de los vestidores se rodeó de camisetas rojas y teléfonos inteligentes listos para la salida del ídolo. Quien por fin salió, con una camisa a cuadros, unos tenis deportivos y gran sencillez, se podría decir que se sintió cohibido, aun cuando en sus mejores años enfrentó con gran determinación a los mastodontes más agresivos que había en la NFL y a todos los venció.
Habló brevemente, agradeció a la UNAM y a la liga para la que jugó por más de una década por permitirle fomentar el desarrollo de su deporte en nuestro país y escuchó la Marcha de la Victoria de la Universidad de Notre Dame, acordes que habituaba escuchar durante sus años como colegial.
Luego el espectáculo fue de los jugadores, quienes, quizá motivados por la presencia del número 16 de los 49ers entregaron una segunda mitad épica, que se definió en tiempo extra, en favor de los locales por 38-31. Así fue como concluyó un episodio histórico más de un recinto destinado a albergar leyendas.